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SDE está bajo el azote de los delincuentes en todos sus barrios

Por Robert Vargas
El municipio Santo Domingo Este ha sido colocado bajo el azote de delincuentes locales y foráneos que mantienen en zozobra a la población sin importar su nivel social.

Asaltos a mano armada en plena calle; irrupciones de atracadores en establecimientos comerciales y viviendas; robos con roturas de puertas y ventanas; «descuidistas» que hacen de las suyas y otros tipos de fechorías tienden a convertir a los vecinos de este municipio en presos en sus casas y en sus propias cabezas.

Lo peor de todo es que en muchas ocasiones, los atracadores y asaltantes son miembros de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas y hasta del Departamento Nacional de Investigaciones, (DNI), policía política del gobierno a cargo de la seguridad del presidente de la República.

A la redacción de Ciudad Oriental llegan de manera continua denuncias de vecinos que han sido víctimas de asaltos y robos.

En los barrios residenciales de clase media Ensanche Ozama y Alma Rosa, la situación tiende a ser crítica debido a la frecuencia con que los ladrones penetran a las viviendas o motorizados asaltan a peatones y negocios a punta de pistolas.

Por lo general, los asaltantes son hombres jóvenes que se desplazan en motocicletas y otros hasta se hacen pasar por empleados de una empresa de electricidad.

En la modalidad de «descuidistas» entran mujeres no tan jóvenes que llegan hasta las viviendas y aprovechan su apariencia de «mujeres inofensivas» para cargar con objetos de valor.

Esta situación ha obligado a quienes pueden hacerlo, a dotarse de dispositivos de vigilancia electrónica, mientras aumenta la tendencia de pasar de la parálisis por el miedo a los delincuentes a la ofensiva para hacer justicia por sus propias manos.

Cada día más la gente de Santo Domingo Este deja de creer en los organismos del orden y la seguridad del Estado tras comprobar que estos están infectados por las pandillas de delincuentes.

También desconfía de la justicia y crece la percepción de que en Santo Domingo Este la gente hará justicia con sus propias manos, sin importar que los delincuentes, atracadores y asaltantes sean policías o militares.

En pocas palabras, nadie está seguro en Santo Domingo Este, ni siquiera dentro de su vivienda, y todo el mundo está a la espera del instante en que la desgracia tocará las puertas de su hogar.

La seguridad ha fracasado y con ella las autoridades a todos los niveles.

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