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“El fin de la historia y el último hombre” 

Por Freddy González 
Parece el título de una novela, escrita por algún Premio Nobel de Literatura, llámese Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa o por cualquier otro de esa estatura literaria.  

Lo cierto es que ni corresponde a una novela ni es de la autoría de ninguna de esas personalidades. Es una expresión de la fallida y antidialéctica tesis de Francis Fukuyama, que surgió en una conversación con un hombre apasionado, un dirigente comunista que no ha tenido vacaciones en los últimos 50 años de vida, con una hoja de servicio sin una sola falta, firme en la defensa de los principios y con una disciplina férrea en el cumplimiento de su deber: Manuel Antonio Almonte Salazar, secretario general del Partido Comunista del Trabajo (PCT).

La falaz tesis de Fukuyama me hizo recordar la conducta recurrente de antiguos dirigentes del otrora Movimiento Revolucionario 14 de Junio, organización fundada en enero de 1960, por Manuel Aurelio Tavares Justo y María Argentina Minerva Mirabal Reyes, entre otros, que enarboló el programa de los expedicionarios de Junio del 1959 llegados por Constanza, Maimón y Estero Hondo, que sostienen que esa gloriosa e histórica organización era la izquierda del país y que su desaparición, y la de su principal líder, significó el final de la misma.

Para los que así piensan, no hay un antes ni un después del trágico 21 de diciembre de 1963 en el paraje La Diferencia de la sección de Manaclas, del Distrito Municipal de El Rubio, municipio de San José de las Matas, de la provincia de Santiago, donde cayeron asesinados, después de acogerse a una garantía de vida ofrecida por el gobierno de facto del Triunvirato para el inmortal Manuel Aurelio Tavares Justo y 14 de sus compañeros, ametrallados a mansalva por tropas del Ejército Nacional.

A Manolo, los 28 guerrilleros caídos en el levantamiento del 28 de noviembre de 1963, así como los expedicionarios de Junio del 59, cómo dice el himno del viejo 14 de junio «La patria entera glorificará», pero creer que la izquierda terminó con ese hecho es un tremendismo y una pretensión muy sublime.

Muchos antes del surgimiento del 1J4, en 1946, existió en pleno auge de la tiranía trujillista el Partido Socialista Popular (PSP), dirigido por Pericles Franco y los hermanos Ducoudray, entre otros. Además, la Juventud Democrática en la que militó la Dra. Josefina Padilla, viuda Sánchez.

Díez años más tarde, en 1956 en La Habana, Cuba, se fundó el Movimiento Popular Dominicano (MPD), dirigido por Pablo Martínez, Máximo López Molina, Andrés Ramos Pegueros, Ramón Emilio Pichirilo, estos dos últimos combatientes de primera línea del Ejército de Liberación cubano, al mando del inmenso Fidel Castro Ruz; y todavía no existía la organización Verde y Negra.

El 1J4 se fundó en enero de 1960 y el 4 de junio de ese mismo año, cuatro meses después, llegó al país una comisión del MPD, encabezada por su secretario general Máximo López Molina y Andrés Ramos Pegueros, bajo la consigna de «Lucha interna o Trujillo siempre», y se instala en la antigua José Trujillo Valdez No.12 (hoy Avenida Duarte) a denunciar las atrocidades que cometía la dictadura contra todos los que se le oponían.

Esa osadía del MPD de desafiar y combatir al monstruo desde sus entrañas, a menos de un Kilómetro lineal de la sede central del siniestro Servicio de Inteligencia Militar (SIM), ubicado en la calle 30 de Marzo esquina México, bajo la dirección para esa fecha del sicópata Johnny Abbes García, le costó al partido de la enseña roja y negra, casi un centenar de vidas de jóvenes, la mayoría sin abolengo, y que nadie recuerda ni menciona.

Además de la represión desatada por el SIM, el MPD tuvo que enfrentar sólo con el coraje de sus miembros, el ataque y quema del local por la banda parapolicial conocida como «Los Paleros de Balá» que dirigía el tristemente célebre José Antonio Jiménez (Balá), el 30 de agosto de 1960.

También fue una de las organizaciones que más combatió los remanentes del trujillismo y los centenares de calieses al servicio del régimen que existían en todo el país.

Tanto el 1J4 cómo el MPD se abstuvieron de participar en las elecciones del 20 de diciembre 1962 en las que resultó electo como presidente el profesor Juan Emilio Bosch y Gaviño, que tomó posesión el 27 de febrero del 1963, y que fue derrocado siete meses más tarde, el 25 de septiembre, por la oligarquía criolla, la cúpula militar, el alto clero católico, con la anuencia del Departamento de Estado del gobierno estadunidense.

Fue el MPD una de las primeras organizaciones políticas que se opuso al golpe de estado, y el 21 de octubre, justo a los 26 días del golpe, que hizo un levantamiento guerrillero en las lomas del municipio de Cevicos de la provincia Sánchez Ramírez, encabezado por los principales dirigentes de la organización, Máximo López Molina, Ramón Agustín Pinedo Mejía (Monchin) y varios más de sus miembros, incluido el muy destacado Jorge Puello Soriano (El Men).

Luego vino la insurrección del 28 de noviembre del 63, que con seis frentes en todo el país, y casi un centenar de combatientes, inician la acción bélica contra el Triunvirato donde pierden la vida Manolo Tavares Justo, Polo Rodríguez, Tony Barreiro, Luís Ibarra Río, Pipe Faxas y más de una veintena de sus compañeros, hecho patriótico, heroico que nadie puede negar.

En medio del dolor y las pérdidas irreparables del levantamiento del 63, acontece la guerra de abril de 1965, catalogada por muchos historiadores y cuentistas sociales como la gran epopeya del pueblo dominicano del siglo 20, y que   junto a la Guerra de Independencia de febrero de 1844 y la Guerra de la Restauración de agosto de 1963, son las tres grandes epopeyas del pueblo dominicano.

En el abril histórico de 1965, tanto el 1J4 cómo el MPD, jugaron su papel, perdiendo ambas organizaciones dirigentes importantes como Juan Miguel Román en el intento de la toma del Palacio, como Baldemiro Castro, fusilado en San Francisco de Macorís en la intensión de extender la insurrección armada hacia otras ciudades. También lo hizo el otrora PSP, unos con más miembros que otros, pero todos con una alta dosis de valor, de entrega y sacrificio.

Los días 15 y 16 de junio, cuando las tropas yankis dirigidas por el general Bruce Palmer Jr., pretendieron tomar la zona constitucionalista, la participación de las tres organizaciones de izquierda fueron determinantes para impedir la consumación de los planes del gobierno de Lyndon B. Johnson, de derrotar por las fuerzas al gobierno Constitucionalista encabezado por el Caamaño.

Impedido el triunfo de las fuerzas que reclamaban el retorno de Bosch e instaurado mediante la fuerza y el fraude, el gobierno de los doce años del Dr. Joaquín Antonio Balaguer Ricardo, fue el MPD el que cargó con el mayor peso de la represión, la más golpeada de las organizaciones de la izquierda del país, y la que mayor cuota de sangre y sacrificio aportó en la postguerra para la conquista de los espacios democráticos que hoy vivimos los dominicanos.

Negar esa realidad es cerrar los ojos al discurrir histórico de los últimos 60 años de lucha política en el país, y caer sin proponérselo, en la absurda, antihistórica y antidialéctica tesis de Fukuyama de: «El fin de la historia y el último hombre».

Debemos recordar este 60 aniversario, el sacrificio, la valentía de Manuel Aurelio Tavares Justo y los compañeros caídos en la guerrilla del 1963, sabiendo que la historia ha continuado, que continúa y continuará, porque otros han tomado y tomarán la antorcha dejada por ellos, pasándola de mano en mano hasta lograr las metas de todos los caídos, de un país mejor, más justo, más incluyente, más libre, y sobre todo soberano e independiente.

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