Opiniones

El mismo grito, diferente Fray Montesinos

-“Hoy pasó algo sin precedentes en el Consejo del Poder Judicial, solicité la palabra para intervenir en los debates de aumento salarial y la implementación del escalafón judicial y me fue negada la palabra, me paré de la silla y me pronuncie previamente, antes de retirarme de ese órgano constitucional denominado Consejo del poder judicial, que fue un órgano creado para democratizar al Poder Judicial del control absoluto que tenían los presidentes de la Suprema Corte de Justicia con la entrada en vigencia de la Constitución del año 2010 y creado mediante la ley 28-11. Cuando se comete una violación a los derechos constitucionales y nos quedamos callados o no reclamamos nuestros derechos estamos siendo cómplices de esa violación flagrante a la Constitución y a las leyes de la República Dominicana”-. (Leonardo Recio Tineo, juez miembro del Consejo Superior del Poder Judicial).
Lo anteriormente transcrito se atribuye al juez Leonardo Recio Tineo de Consejo del Poder Judicial.

 

Finalmente ocurrió. Cuando se votó la Constitución del año 2010; cartilla de derechos y deberes que incorporaba un lenguaje incluyente, moderno y con propensión a la apertura democrática, creadora de figuras jurídicas, órganos y relaciones interinstitucionales y de las personas con la administración pública; se pretendía, que la creación de co-gobiernos en lo administrativo para algunos órganos constitucionales, obligaría a la práctica democrática y al consenso, elevando el nivel de incidencia de las masas hasta ese momento mudas, receptáculos de las decisiones unidireccionales, y perennes afectadas de la falta de oportunidades, de equidad y garantías, pero no ocurrió así.

Las masas adquirieron una voz, fueron parte de un Consejo por vía representada, empero los componentes de los consejos se plegaron a la directriz de sus cuerpos. En lugar de parecer órganos colegiados con representaciones diversas, devinieron en enclaves con discursos unitarios, sin disidencias, y con una clara propensión al personalismo del jefe de turno. Un pequeño sistema presidencialista dentro de un sistema llamado a ser representativo.

Las reivindicaciones fueron las ausentes en las agendas, imponiéndose la visión personal de uno, que barrió con el concepto de grupo-equipo, que pasó a dirigir a otros que pasaron a ser caja de resonancia de las ínfulas del cabeza quien, elevado al grado de deidad omniinfluyente, dirigía de forma dictatorial. Así nació, en franco ocaso, el intento de formar gobiernos administrativos democráticos en algunos órganos.

En el caso del Consejo del Poder Judicial fue aún peor, éstos traspasaron sin rubor los límites de lo jurisdiccional que no le es dable, y encarnecieron al sistema, disminuyendo garantías y algunos casos, instaurando un régimen de terror por medio de la persecución, presiones y afectación de la independencia obligada para ese cuerpo.

La anormal normalidad creó aceptación, quizá resignación, todo parecía indicar que era aquello lo bueno, lo correcto, lo sistemicamente adecuado. Pero es obvio que no fue pensado así. No era su espíritu.

Hoy, a modo de Montesinos moderno, quizá sintiendo asco por cosas dejadas pasar, anidando angustias por sentirse cómplice obligado de vejámenes, juicios injustos, distracciones y acciones contralegales, y el apartamiento de sus propias promesas, de su obligación jurada y apoyada por sus pares, el Magistrado Leonardo Recio Tineo lanzó su propio grito libertario.

Se liberó, rompió sus propias cadenas y asumió, con todo el vigor y dolor necesarios, el debido rol de voz de muchos. Lanzando críticas a las limitaciones antidemocráticas en las discusiones, disposiciones de las agendas y la equidad de partes, nos develó lo que ya sospechábamos, que algo huele mal en ese co-gobierno.

Rectificar es de sabios, errar es de humanos, y es obvio que nunca es tarde para hacer lo correcto.

El valor mostrado por este consejero aconseja a todo el cuerpo a actuar prudente y comedidamente, a revisar actuaciones y a soltar las amarras que limitan la democracia interna de dicho órgano.

El ejemplo del juez Tineo es a la vez reivindicación social que promueve el espíritu procurado en jueces de atender a sus criterios de forma independiente, absolutamente independiente, basados en los límites y contenidos legales y en una imparcial apreciación de las pruebas.

Parece un acto aislado que no alcanza a desmontar las bases del oprobio afectador, yo lo veo cuál bomba atómica que podría demoler la sinrazón y la imposición culpable que afecta los muros existenciales que rigen la labor judicial atacando a la independencia y la imparcialidad, únicas garantías de justicia.

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