
El mundo al revés … «Los malditos guagüeros»
Por Robert Vargas
El mundo al revés … «Los malditos guagüeros».- Los medios de comunicación más poderosos, generalmente afiliados a la patronos o al Gobierno, han logrado imponer una narrativa totalmente divorciada de la realidad con la intención de ocultar las causas del problema del transporte y llevar a la población a gritar por «la fiebre», no por aquello que la provoca.
Es cierto, miles de ciudadanos de todas las edades son afectadas en la realización de sus tareas diarias cuando se encuentran, de repente, con una paralización en los servicios del transporte.
La reacción inducida, que no «natural» de parte de las personas de a pie es culpar de la situación «a los malditos choferes», al «maldito Juan Hubieres» a la «maldita Fenatrano». No hablan del «maldito gobierno» ni de «los malditos patronos».
Gritan por la «fiebre», pero los medios propiedad de la patronal, los funcionarios del Gobierno y una multitud de comunicadores y periodistas se abstienen de mirar un poco más profundo para llegar a la raíz del problema y buscar la solución más apropiada.
Veamos el caso de los patronos
Es natural y hasta lógico que estos y sus medios de comunicación la emprendan de manera feróz contra los transportistas por los paros que estos realizan, puesto que les afectan los procesos productivos.
Con las paralizaciones del servicio del transporte en el Gran Santo Domingo son afectadas las industrias, el comercio y otras variables del aparato productivo.
A los patronos, (a quienes ahora se les llama «empleadores» para que no se trate a fondo su condición de explotadores de una clase social sobre otra), no les importa para nada la suerte de sus trabajadores. A ellos lo que realmente les preocupa es que sus fábricas, sus empresas se vean afectadas y sus ganancias puedan disminuir porque los trabajadores puedan llegar tarde.
Más nada. Eso es lo que a los patronos les interesa.
Observen que la patronal, sus medios de comunicación, los periodistas ni comunicadores alienados se escandalizan por los bajos salarios que pagan los patronos a sus empleados. En esto guardan silencio.
Claro está, como los trabajadores perciben bajos salarios, entonces se ven obligados a ir a sus puestos de labores en autobuses repletos y «apiñados» en vehículos propiedad de los transportistas individuales o del gobierno, en el caso de la OMSA.
Los empresarios, sus medios y los comunicadores y periodistas alienados se abstienen de auspiciar que las empresas tengan sus propios medios de transporte para llevara a sus empleados a las fábricas y otras empresas. Nada de eso.
Ellos quieren que los transportistas les subsidien sus grandes empresas transportando a los empleados con pasajes baratos, mientras los patronos, sus mujeres y sus hijos disfrutan la gran vida incluso cambiando de vehiculos cada año, lo que no pueden hacer los dueños de guaguas y de carros de concho.
Los hijos de los patronos son tan especiales, que hacen alarde de su poder económico comprando poderosos y modernísimos vehículos en los que se parten en múltiples pedazos en las autopistas del país.
Una pregunta sería: ¿Porqué los patronos no le suben los salarios a los trabajadores para que, a su vez, estos puedan pagar mejores pasajes? Otra más ¿Porqué no suplen a su personal de transporte como lo hacen instituciones estatales como el IDAC, la Suprema Corte de Justicia y otros?
Si les suplen ese transporte, esto derivaría en una mejora sustancial de los sueldos de los empleados.
Pero no, los patronos «se hacen los pendejos» y quieren que los transportistas les subsidien sus empresas multi millonarias, mientras pagan sueldos de miseria a su personal.
Los trabajadores
Con el triunfo del neoliberalismo en el campo económico, también los patronos han tenido innegables éxitos en la superestructura ideológica del Estado y han logrado por distintos medios que los trabajadores dejen de luchar por sus intereses de clase…¡Hasta han abandonado el sindicalismo!
Es difícil que en una empresa pueda ser formado un sindicato obrero o sectorial que discuta pactos colectivos de condiciones de trabajo con los patronos.
Si en algún momento intentan formar un sindicado, entonces los patronos se lanzan sobre ellos con ferocidad y los tiran a la calle, todo con el respaldo del Estado a través del Ministerio de Trabajo y una maraña de leyes que favorece a la patronal.
Si algo les falla, entonces viene la represión y los líderes de la iniciativa son apresados, perseguidos y golpeados, ante la indiferencia de una masa de trabajadores que ya no piensa como tal.
Así, los aparatos ideológicos del Estado logran convencer a los trabajadores de que sus enemigos de clase no son los patronos, sino gentes como ellos a quienes llaman «los dueños del país», una narrativa que fue impuesta por un tabloide cuyo propietario es uno de los verdaderos dueños del país y que peores sueldos paga a sus empleados, incluidos periodistas.
Los trabajores le exigen a los transportistas que los lleven a sus puestos de trabajo con pasajes baratos para subsidiar a las empresas, pero se resisten a exigir subidas salariales en los lugares donde trabajan.
Es más fácil descargar la furia contra «los malditos guagüeros», que contra «los malditos patronos», que son quienes se resisten a pagar mejores sueldos.
El Gobierno
Desde el Gobierno advierten que no admitirán «chantajes» de los transportistas; que «mantendrán el orden»; que no admitirán aumentos de los pasajes.
Para hacer valer su palabra, tienen de su lado los aparatos coercitivos del Estado, vale decir, a la Policía, las Fuerzas Armadas, los jueces y fiscales con sus cárceles colocadas en todo el país.
Se trata del mismo gobierno que tiene para su beneficio una ley de hidrocarburos en la que se ampara con el propósito de subir cada semana los precios de los combustibles, no solo a los transportistas, sino a todos los sectores.
Poco a poco, el Gobierno sube los precios de todos los tipos de combustibles, y la gente lo acepta sin protestar.
Han logrado que la población lo vea como «algo normal», sin percatarse de que detrás del negocio de los combustibles hay una verdadera mafia de la que no forman parte esos transportistas que son vecinos nuestros.
El Gobierno, que sube los precios de los combustibles de manera continua; más los patronos que se resisten a mejorar los sueldos de los empleados, son quienes le dicen a la población que los culpables de los problemas en el transporte son … ¡los choferes!
Estos tienen que comprar cada día GLP, gasolina o gasoil más caros; piezas de repuestos, aceites, servicios de mecánica, neumáticos…. ¡Todo más caro!
Y, aún así, todos quieren que los pasajes no sean subidos.
En los colmados, los grandes supermercados, en las clínicas, las farmacias, las discotecas, los servicios de telefonía… en todos los negocios, hacen ajustes a los precios para poder mantener la competitividad.
Pero a los transportistas se les reclama que deben cargar con todo el peso de los aumentos sin subir un centavo al pasaje.
Lo interesante de todo este es que…
Lo que resulta verdaderamente interesante de todo esto es que las personas de a pie les han hecho creer que sus enemigos no son las medidas del gobierno que sube los precios de los combustibles cada semana, ni los patronos que no suben los sueldos, sino …¡Los malditos guagüeros!
No, el Gobierno ni los patronos.
Estos dos sectores han logrado imponer una matriz de pensamiento que pone a la población a ver el mundo al revés.
¿Que los guagüeros tienen un pésimo comportamiento?
Eso cierto, pero ese es otro tema y quien tiene que obligarlos a cumplir la lay de tránsito es el Estado…