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La Cruda Realidad entre promesas que se Desvanecen del Gobierno de Luis Abinader

Por Carlos Rodríguez
En un país que clama por soluciones urgentes, el discurso del presidente Luis Abinader se ha quedado atrapado en un mar de promesas vacías. Mientras él se regocija en cifras de títulos de propiedad y producción agrícola, la realidad es que miles de dominicanos aún esperan la entrega de sus viviendas, y los precios de los alimentos siguen aumentando, convirtiendo la canasta básica en un lujo inalcanzable para muchas familias. La promesa de reducir el costo de vida se ha transformado en un cruel engaño, dejando a los ciudadanos en una lucha constante por llegar a fin de mes.

El abandono del campo dominicano es un claro testimonio del fracaso de este gobierno. Nuestros productores, quienes son la columna vertebral de la seguridad alimentaria, se sienten traicionados y desamparados. En lugar de recibir apoyo, han sido ignorados, mientras el país se ha vuelto dependiente de importaciones que amenazan nuestra soberanía alimentaria. Esto no solo afecta a los agricultores, sino que también impacta directamente en las mesas de los hogares dominicanos.

La situación laboral también es alarmante. Aunque se habla de crear empleos, muchos de estos son informales y precarios, dejando a nuestros jóvenes enfrentando un futuro incierto y lleno de desafíos. A pesar de contar con un presupuesto sin precedentes, la calidad de vida de los dominicanos no ha mejorado, y las promesas de desarrollo han quedado en el aire, dejando a todos con una sensación de desilusión.

El aumento de la inseguridad y el caos en el transporte son realidades que nos persiguen a diario. Las promesas de un país más seguro se han desvanecido, mientras muchos de nosotros vivimos con miedo y angustia. La falta de oportunidades y la precariedad en la educación y la salud son heridas abiertas que claman por atención y acción.

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La lucha por un país mejor es más relevante que nunca. Es fundamental que los ciudadanos no se queden en silencio y exijan un gobierno que actúe con responsabilidad y empatía. En este sentido, el PLD se presenta como la alternativa comprometida con un futuro donde la dignidad y la justicia social sean una realidad palpable. No permitiremos que el miedo y la desilusión nos conviertan en esclavos de un futuro incierto. Es hora de exigir cambios reales y tangibles, porque cada dominicano merece vivir con esperanza y dignidad.

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