
La Farsa Política del «Problema Haitiano» es solo humo 💨
Por Carlos Rodriguez
En la República Dominicana, toda discusión sobre la migración haitiana parece girar en torno a un solo tema: la manipulación política. Los líderes que, en teoría, deberían abordar la situación, como Abinader, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, están más interesados en generar distracciones que en ofrecer soluciones reales. La celebración de una “Cumbre Presidencial” sobre el “problema haitiano” es más un espectáculo que un intento serio de lidiar con una crisis que afecta al país. Estos encuentros no son más que rituales destinados a ocultar la falta de propuestas verdaderas, mientras los verdaderos responsables de la situación permanecen en las sombras.
Bajo la fachada de una supuesta gobernabilidad, Abinader y los expresidentes han perpetuado un sistema que se basa en decretos y promesas vacías. La reunión en el Ministerio de Defensa no fue más que un intento de sellar un pacto para preservar sus intereses políticos en medio de un océano de problemas nacionales. La pregunta que todos se hacen es: ¿realmente mejora la vida de los dominicanos desviar la atención hacia el «problema haitiano»? La respuesta es un rotundo no. Los problemas sociales, económicos y de seguridad siguen intactos, y el costo de la vida continúa aumentando.
Como un eco de la historia, recordamos que el colapso de Baninter en los años 2000 también evidenció cómo las alianzas políticas pueden sostener gobiernos en crisis. Sin embargo, el Partido Revolucionario Moderno no tiene la fuerza del antiguo PRD; su estructura ha flaqueado y, por ende, Abinader se encuentra en una encrucijada, buscando apoyo donde puede, incluso entre aquellos a quienes siempre ha menospreciado. La resistencia que pudo haber tenido se ha visto desplazada por la urgencia de garantizar su permanencia en el poder.
En medio de este juego político, debemos recordar las sabias palabras de Juan Bosch en su obra «La Vida de Juan Bosch»: “La lucha por la libertad es la lucha por el hombre.” Esto nos invita a reflexionar sobre la necesidad de priorizar al ser humano en la política, en lugar de ceder al populismo y a los intereses egoístas. Debemos exigir a nuestros líderes que actúen con responsabilidad, convirtiendo la política en un verdadero servicio al pueblo, no en un teatro de distracciones. La verdadera gobernabilidad radica en la capacidad de construir un futuro donde cada dominicano, independientemente de sus orígenes, tenga una vida digna y plena.