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La fuerza de Manuel Jiménez dentro del PRM

Por Ramón Peralta Reyes/ consultor y analista político

Fue en un instante de sombra, como si una mancha espesa de asfalto invisible hubiese cruzado el aire como una traición recién ungida cuando Eddy Olivares el operador más avezado del círculo de Carolina Mejía en aquel municipio condenado por las intrigas le susurró a Manuel Jiménez la sentencia que sellaría su suerte: habría primarias internas cerradas. No era una simple decisión política, era un presagio. Todos los alcaldes del PRM estaban asegurados en sus tronos, menos él. Y en ese susurro, más frío que el mármol de una tumba, Manuel comprendió lo ineludible. El grupo de Hipólito Mejía había convencido al poder de entregarlo en sacrificio, como un cordero lúgubre al altar impío del matadero electoral, en ese domingo de octubre de 2023 mientras detrás de las cortinas, los rostros amables y cabezones ocultaban los cuchillos, que habría de teñirse con la tinta indeleble del infortunio.

Partiendo del peor escenario, que fueron las primarias internas del PRM celebradas en octubre de 2023 en Santo Domingo Este, y tomando como válidos a efectos analíticos los resultados ficticios de aquel proceso, donde supuestamente Manuel Jiménez quedó en cuarto lugar con 11,312 votos, equivalentes al 18 % del total emitido, se puede evidenciar la gran fortaleza de Jiménez tanto dentro como fuera del partido.

El único precandidato que obtuvo votos propios y sin apoyo económico fue Manuel Jiménez, sin delegados quien no utilizó un solo centavo del ayuntamiento para su campaña. Los dos grandes polos que controlan las estructuras del PRM decidieron apoyar a sus tres adversarios. Los funcionarios del gobierno con influencia en el municipio interpretaron la señal y destinaron recursos para actuar en contra de Jiménez.

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Los precandidatos presidenciales del PRM canalizaron recursos de sus respectivas instituciones y los concentraron en Santo Domingo Este, atacando de forma despiadada a Manuel Jiménez.

Los pocos regidores del PRM que hacían causa común con él pertenecían a grupos internos, como el de Carolina, y a otros precandidatos. Por los resultados de las elecciones internas, muchos se beneficiaron de los votos manuelistas, pero al mismo tiempo permitieron que sus propios votos se dispersaran a favor de otros precandidatos. Por más admiración que sintieran por Manuel, su reelección personal les resultaba más importante.

Los nuevos aspirantes a regidores del equipo de Manuel se vieron obligados, en muchos casos, a permitir que parte de sus respectivos equipos apoyaran a otros precandidatos para sobrevivir políticamente. Decir que se era «manuelista» frente a un funcionario se convirtió, prácticamente, en una mala palabra o en una auto condena.

Jiménez también tuvo infiltrados dentro del ayuntamiento: estructuras de los otros precandidatos operaban como caballos de Troya. Cuando ganó la alcaldía, entregó la nómina al PRM, y el 92.6 % de los nuevos nombramientos correspondieron a militantes del partido, en su mayoría pertenecientes a grupos internos que, desde el primer día de su juramentación, lo adversaron con ferocidad.

Manuel Jiménez aumentó el salario a ese caudal de perremeístas entre un 100 % y un 150 %. Sin embargo, en lugar de beneficiarlo, eso le trajo más problemas que beneficios. Si en vez de aumentar el sueldo a casi 3,000 empleados del PRM se lo hubiera subido a los 22 regidores del partido, quizás habría garantizado más estabilidad, pues las cabezas visibles de esos empleados eran, en su mayoría, los propios regidores a quienes les negó incrementarle ciertos privilegios.

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Dío Astacio, en contraste, no realizó aumentos generales a los empleados del ayuntamiento. Sustituyó a cientos de perremeístas por personas propia de él, pero les otorgó beneficios exponenciales a los regidores. Hoy, se siente tan fortalecido que aspira a la presidencia del PRM en Santo Domingo Este.

Aunque la medida de Manuel aumentar el sueldo a quienes realmente trabajaban, fue más humana, la estrategia de Dío cancelar perremeístas de base y privilegiar a los regidores puede parecer maquiavélica, pero le ha permitido gobernar este primer año con un concejo de regidores en su mayoría arrodillado a sus pies.

Paradójicamente, la fuerza propia de Manuel Jiménez dentro del PRM está hoy más consolidada que cuando era alcalde. Esa fuerza podría inclinar la balanza a favor del candidato presidencial o alcalde de su partido que él decida respaldar. Aunque se observan figuras importantes de su antiguo equipo apoyando a la candidata del grupo que pidió su cabeza en 2023, si Manuel señala otro rumbo, su tropa lo seguirá, incluso aquellos que hoy están comprometidos con otros actores. .

Porque, al final, el manuelismo no es solo una estructura: es un sentimiento que no se grita, pero arde. Es la llama que no muere en el viento, el pan compartido en tiempos de ingratitud, la raíz que se aferra a la tierra aunque los hachazos vengan de la misma casa. No lo doblegaron las cifras ni los decretos, porque no vive en los discursos, sino en el pecho apretado de los que aún creen. Y cuando los sepultureros del poder crean que todo ha terminado, allí estará: como el canto que vuelve cada mañana, como la voz enterrada que, de pronto, florece y vuelve a nombrarlo desde los latidos que nacen de aquellos corazones sediento de justicia y amor

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