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La temeraria insistencia de algunos comerciantes que podría sembrar de muertos a RD + Vídeo

Por Robert Vargas
Ayer, el Ministro de Salud Rafael Sánchez Cárdenas estuvo a punto de «estallar». Le faltó poco. Se le percibió airado.

Ocurrió cuando una periodista le preguntó su parecer en relación a la decisión de un grupo de comerciantes quienes pretenden  desafiar las medidas sanitarias y, a partir del próximo martes, abrir sus establecimientos comerciales sin importar que en cualquier parte comience a caer la gente muerta por la Covid-19 y que los hospitales colapsen, como ha ocurrido en otros países.

Para esos comerciantes, lo más importante es hacer negocio y ganar dinero para evitar la ruina, lo que es entendible.

El problema es que hay que decidir entre el dinero y la vida de la población.

Juicioso, hace varios días, el candidato presidencial por el Partido Revolucionario Moderno, (PRM), Luis Abinader, le dijo a Ciudad Oriental que la desescalada de la actual situación sanitaria debería ser dispuesta por las autoridades en función de los datos epidemielógicos que  estas tienen a su disposición-

Destacó Abinader en ese momento (la semana pasada), que la vida de la población es lo más importante.

Sin embargo, parece que otros en su partido no piensan como él y han iniciado una campaña de presión para destrozar la cuarentena parcial y algunos gritan que están «hartos» del encierro.

A esto se le suma el desafío de un sector de los comerciantes que, ansiosos de ganar dinero, no parece importarle mucho la vida de la población, quizás ni la de ellos mismos y su familia. La cuestión es… ¡El dinero!».

Ayer, en Katanga, cuando Sánchez Cárdenas respondió a la periodista, ya habían sido hechas en el lugar una buena cantidad de pruebas rápidas PCR para determinar si alguien estaba contagiado por el nuevo coronavirus y habían contraído la Covid-19.

A pocos pasos de Sánchez Cárdenas, minutos antes vimos a 11 miembros de una sola familia que esperaban pacientemente su turno para someterse a las pruebas. 

No daban señales de desesperación, aunque se les percibía ansiosos.

Necesitaban saber si estaban a un paso de la muerte.

Motivos no le faltaban: el tronco familiar, el padre de la familia, había muerto poco antes por la Covid-19.

La más pequeña de la familia, una niña de unos siete u ocho años, aunque estaba bajo los rayos del sol, temblaba de frío.

A unos tres metros de esta familia, una mujer joven estaba pálida, con la mirada cansada y visiblemente débil, también en el sol, se abrazaba a sí misma para darse un poco más de calor.

-«Vamos a darle prioridad a ella», dijo alguien del personal médico que le había medido la temperatura minutos antes.

La mujer tosió en varias ocasiones. Aún así, esperó pacientemente su turno. Ella prefería esperar el turno, a tener que ser metida en un ataúd.

Una periodista, creyendo que estaba «dando el palo de su vida», se le aproximó y la entrevistó a pesar de las advertencias de sus colegas para que evitara acercársele.

La mujer admitió que era tratada en su hogar por el personal del Ministerio de Salud Pública y que, posiblemente, sería trasladada a un hospital, pero aún podía respirar, no sin alguna dificultad.

Cuando la mujer entró al autobús donde eran tomadas las pruebas sanguinea, los periodistas y camarógrafos se abstuvieron de ingresar por miedo a ser contagiados. Solo una periodista, de un canal de televisión que está en avenida Luperón, desafió las medidas de seguridad, hizo que su camarógrafo la acompañara y la grabara para hacer «un tiro en directo», que no sería más que algo pre grabado.

La periodista estaba cubierta de pies a cabeza con un traje especial y su camarógrafo apenas se cubría la boca con una de esas mascarillas baratas, nada más. El riesgo de contagio para este último era bastante elevado.

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Los casos sospechosos de Covid-19 continuaban apareciendo y la gente hacía su fila tranquilamente, sin desesperarse.

Saben del peligro al que se exponen. La mayoría de ellos son vecinos de Katanga y del barrio Puerto Rico, donde existen constancias de contagios y muertes por la pandemia.

Aún así, los comerciantes y el diputado perremeísta Alfredo Pacheco, abogaban por la apertura de los negocios y la vuelta a una normalidad que no será ya como antes.

-«Las epidemias tienen un comportamiento propio», dijo Sánchez Cárdenas al responder a una periodista que le preguntó sobre la advertencia de la bancada del PRM en la Cámara de Diputados de que ya no otorgarán más autorizaciones para la extensión del estado de emergencia.

Pero, cuando Sánchez Cárdenas reaccionó evidentemente irritado fue al tratar el tema del desafío planteado por los comerciantes que amenazan abrir las puertas de sus negocios este martes.

-«Si hay protestas, pues lógicamente, tienen también ellos que acogerse a las medidas sanitarias», dijo.

Sin embargo, elevó el tono de su voz al advertir que:

-«Si lo que queremos es abrir como locos la sociedad, pues entonces que lo patrocinen, que patrocinen y que abramos todo; y que nos lleve a cada quien… lo que se pueda….que cada quien se defienda.  O nos acogemos a medidas sanitarias estrictas y de observación de higiene o sencillamente…. ¿qué es lo que queremos?

Estabamos en presencia de tres realidades:

a) Los comerciantes que quieren ganar dinero y los políticos que están «hartos» del encierro.

b) Las autoridades que tratan de salvar vidas siguiendo determinados protocolos y

c) Los contagiados y gentes conscientes que temen ser afectados por el mortal nuevo coronavirus y se resisten a convertirse en una cifra más camino del cementerio.

De todo esto, ¿Cuál es la mejor combinación?

Si los comerciantes, respaldados por algunos sectores políticos, rompen las medidas sanitarias y los contagios y muertes se disparan hacia arriba, como ha ocurrido en otros países, ¿Con cuáles argumentos alguien intentará lavarse las manos?

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