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Ningún político está en la obligación de conceder entrevistas a…

Por Robert Vargas / Opinión
No existe en el municipio Santo Domingo Este, ni en el país, ni siquiera  un solo líder político prominente al que Ciudad Oriental le haya exigido que debe concedernos una o más entrevista o visita.

(No lo hago ahora desde Ciudad Oriental ni cuando estuve al frente de los servicios de prensa de varias de las emisoras más prominentes del país y de una agencia de prensa extranjera durante muchos años).

Y, que conste, por nuestra redacción han desfilado prácticamente todos los dirigentes locales de mayor relevancia de todos los partidos, incluso, una gran cantidad de «compañeritos de la base» que quieren trillar su propio camino.

Tampoco recuerdo que yo le solicitara ni conminara a alguno a que se deje entrevistar ni que nos visite.

Nos concede entrevistas quien quiere, si le da la gana. 

Por nuestra redacción han pasado, (en visita de cortesía o para ser entrevistados) y se lo agradecemos, líderes de la talla de Manuel Jiménez, Juan De los Santos, Aléxis Jiménez, Luis Alberto Tejeda, Miguel Vargas Maldonado, Hipólito Mejía, Tonty Rutinel Domínguez, Luis Abinader, Reinaldo Pared Pérez, Alfredo Martínez, Francisco Domínguez Brito, Danilo Mesa, Abel Elías Matos, Carlos Amarante Baret, Temisctocles Montás, Arismendy Batista, José Liz, José Sánchez, José Ramón Jiménez, Adalgisa Abréu y su esposo Cruz Pichardo, Adán Peguero, Rafael Vásquez García, Antonio Taveras Guzmán, Domingo Jiménez, Nicolás Calderón y muchos más.

Otros nos han solicitado que los visitemos en sus oficinas para que los entrevistemos y así lo hemos hecho.

En nuestras entrevistas nunca hemos sido complacientes, pero tampoco ofensivos, ni metemos trampas con intenciones ocultas.

Todas las entrevistas las publicamos de manera íntegra, sin cortarle ni un solo segundo. Todas están publicadas en nuestros canales de Youtube.

Nuestros entrevistados merecen respeto.  No deben ser desconsiderados. Les preguntamos y responden si quieren.

Otros periodistas y comunicadores tienen otro estilo.

Llevan a sus entrevistados a encerronas. Les hacen una entrevista que se extiende durante una hora o más y luego extraen los «cortecitos» que le convienen para construir sus narrativas muchas veces en base a medias verdades y, por tanto, medias mentiras y se abstienen de presentarlas completas.

No les interesa que el público vea las entrevistas sin editar, sino sus versiones de lo que dice su entrevistado.

Algunos, si no les conceden esas entrevistas, se ponen furiosos y pretenden dañar reputaciones.

Exhiben una ira que no les luce, puesto que esos mismos prefieren guardar silencio en relación a temas espinosos como la terminal de guaguas al lado de Los Tres Ojos; la cementera en los Haitíses y la cuestión de los consorciados de  Odebrecht. 

Sus razones tendrán para ser duros con unos temas e indiferentes con otros.

Recuerdo que una vez cierta fogosa periodista pretendió penetrar a una residencia privada, en nombre de una supuesta «libertad de prensa», para mostrar al mundo el drama que vivía la familia de esa vivienda con una pariente enferma, que era cuidada y protegida como las circunstancias le permitían.

Esa periodista quiso hacer un show, pero el tiro le salió por la culata porque uno de los hermanos de la enferma reclamó respeto a la intimidad y le prohibió entrar a la residencia. Creo que el caso llegó a los tribunales pero, honestamente, no recuerdo cómo concluyó.

Hoy, por una de esas casualidades de la vida, ese hermano de la joven enferma es un periodista prominente  y conduce la oficina de prensa de cierto candidato político. Él debe saber de lo que hablo.

En pocas palabras, nadie está obligado a conceder entrevistas y ningún periodista puede considerar que puede penetrar a cualquier lugar cuando le de la gana en base a que tiene «nombre».

El respeto hay que ganárselo, incluso entre sus propios compañeros de trabajo o subalternos a algunos de los cuales ciertos ejecutivos tratan como si fueran animales.

Si, de todas maneras, cualquier funcionario o político accede al chantaje del o de la periodista «famoso» y se somete a sus interrogatorios, que no entrevistas, (sobre todo si son pre grabados)  les recomiendo que pongan como condición que le permitan tener en el lugar tantas cámaras como el programa despliegue.

Así, si sus palabras son tergiversadas o sacadas de contexto, entonces siempre tendrán la posibilidad de dejar mal parado o mal parada al programa en cuestión publicando la entrevista en toda su extensión sin edición.

Si no le permiten hacer eso, entonces, le recomiendo que no vaya a un paredón.

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