Nuria y su cruzada selectiva contra funcionarios corrompidos: Unos caen y otros permanecen de pie
Otro pequeño funcionario cayó esta semana. El presidente Luis Abinader, influenciado por las denuncias y el reportaje de la periodista Nuria Piera, decidió la destitución de la directora del Acuario Nacional, Wanda García.
No es la primera vez que esto ocurre. Varios directores de instituciones menores han sido separados tras investigaciones periodísticas de Piera.
Entre algunos sonados, el ex administrador del Inposdom, Adam Peguero, líder del PRM del barrio de Los Mina y la exministra de la Juventud, Kimberly Taveras, adalid perremeísta del empobrecido sector de La Guáyiga.
Sin embargo, pareciera que la cruzada de Nuria tiene sus limitaciones. Solo apunta a los «chiquitos», aquellos funcionarios de segunda línea, fáciles de sustituir. Cuando se trata de peces gordos envueltos en escándalos, guarda un murmullo cómplice.
¿Dónde está la incisiva Nuria Piera para investigar las graves denuncias del caso MEDUSA (el mismo de Jean Alain Rodríguez) donde los tentáculos se extendieron contra una figura clave del actual gobierno, el exministro de la Presidencia Lisandro Macarrulla Martínez, y a su hijo Lisandro José Macarrulla Tavarez?
Ambos, en condiciones de empresarios, según el Ministerio Público, sobornaron para la construcción del lote 5 de la Nueva Victoria por un monto de RD$1,373,224,521.64 a través de la empresa Mac Construcciones SRL.
¿Por qué ella no ha indagado a fondo ese escabroso expediente de corrupción del ex alto funcionario palaciego (en su momento pidió una licencia), Lisandro Macarrulla ?
Tampoco la hemos visto muy interesada en casos como el de Hugo Beras (pidió una licencia) en INTRANT, Bartolomé Pujals de la OGTIC, Ángel Hernández del MINERD, otros «favoritos» y altos funcionarios señalados de irregularidades, pero blindados ante un posible despido.
Su silencio es ensordecedor. Da la impresión que, al igual que las autoridades, Nuria también tiene vacas sagradas intocables.
Solo se ensaña sin piedad contra los débiles, aquellos directores de instituciones pequeñas que son prescindibles.
Urge que la incansable periodista dirija su mirada hacia los altos cargos envueltos en turbias denuncias.
De lo contrario, seguiremos observando una justicia selectiva donde solo la pequeña corrupción es castigada mientras la gran podredumbre permanece intacta e impune.
Los ciudadanos merecemos transparencia total, sin importar el tamaño del funcionario ni lo influyente de su cargo.
La corrupción no debe tener jerarquías. Todos los corruptos al banquillo, sin excepción. Ese debería ser el objetivo de cualquier lucha genuina contra ese flagelo.