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Olímpico espectáculo el que ofreció Leonel Fernández

Por Narciso Isa Conde
Mucho se ha hablado de la política convertida en negocio, partidos en compañía por acciones y en corporaciones. Los hay monopolios y oligopolios, pero también colmados y ventorrillos.

En la política como negocio se invierte con una altísima rentabilidad. Las inversiones proceden de fondos públicos distribuidos desigualmente, grandes capitales privados especulativos y dinero de corrupción y narco-corrupción.

Estos “políticos” devienen en empresarios capitalistas y los empresarios en “políticos”. En ambos casos predomina el negociante sin escrúpulos.

El escenario electoral es un mercado al que ellos concurren para competir por electores convertidos en clientes y mercancías.

Desacreditadas las empresas electoreras, sus dueños y administradores, con escaso poder de convocatoria, recurren a sustituir los mítines por espectáculo faraduleros… hasta llevarle ventajas en coloridos a los Medrano y César Suarez.

Así el León amoratado y sin melenas ganó el domingo 5 de mayo en el Centro Olímpico el Alí Baba del año.

Con Najayo pendiente, dice que reunió sesenta mil personas que lo aman y dos millones de firmas de apoyo. Las firmas nadie las comprobó, pero el lugar escogido se llenó.

El transporte gratis y la entrada a un show de elevado calibre populista resultaron efectivos. Comida y bebidas regaladas, y pago adicional.

Puede hablarse de un gran espectáculo al revés: al que se asiste sin costos y con ganancias. Una inversión –según Temo- de 250 millones de pesos sin recuperación de un chele “colorao”. El poder de convocatoria hay que atribuírselo al “dao”: todo gratis y con pago a los asistentes

Entonces los 60 mil dejaron de ser afiliados, simpatizantes y votantes, para convertirse en público mercenario o clientes exonerados; receptores, por demás, de sobornos para disfrutar el show.

Otro montaje diseñado para convertir una mentira en verdad; esto es, el espectáculo gratuito en mitin de personas supuestamente atraídas por un líder que apenas llegó a la estatura de gerente de espectáculo artístico populista.

La atracción no fue el político que se candidateaba, sino los músicos, cantantes y bailarines contratados, sobre todo la más famosa.

El León desbigotado saludaba, pero no lo saludaban. Ansioso, cansado, exhibió un carisma maltrecho, ajado, gastado… Pagó las consecuencias de corromper y corromperse (Sun Land, Tucanos, Odebrech, Fundación Global, Félix el Gato, Díaz Rúa…). Y ahora es que el Don Quirino volverá a reclamarle lo que dice suyo: porque la suma gastada es muy parecida a la reclamada. Coincidencia triste en una tarde aparentemente alegre y luminosa inspirada la técnica engañosa de la post-verdad.

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