
Populismo legislativo, el motor del populismo penal
¿Cómo pedirle al Ministerio Público (Poder Ejecutivo) que no juegue al populismo, cuando el hacedor de leyes festina su rol y juega a ser justiciero?”
Nuestros queridos legisladores siguen apostando a la drasticidad. Siguen creyendo en la mano dura, aún hay un Trujillo en cada ser que administra poder. El poder vuelve loco o marea a sus detentadores. No entienden que convertir una prerrogativa en potestad es disminuir al ciudadano, invadir su esfera decisional, quitarle optatividad, opciones, protagonismo e incidencia.
La acción pública es del Estado, que siempre lo quiere todo, la acción pública a instancia privada es el reino, poder y propiedad del ciudadano, que constituido en protagonista del proceso decide su prosecución o no. En ese ámbito es él y no el Estado (Policías, Ministerio Público o jueces) quien decide la suerte de su proceso. Y hasta eso le quieren quitar, y hasta eso quieren para si.
Lo así sancionado como proyecto a ser ley no es una conquista, es un robo de roles y protagonismo.
Los diputados juegan a ser drásticos para vender la idea de que odian lo que el pueblo odia, pero al final muestran su odio por los derechos y sus ciudadanos, sus representados, que pasan a ser, nueva vez, figuras decorativas o secundarias del teatro procesal, para en ello protagonizar al voraz Estado, que no se conforma con sus potestades y facultades, sino que quiere también gobernar los derechos ciudadanos.
En una acción de populismo legislativo los legisladores y el Estado escogen lo fácil, mancillar aún más a su creación más abominable, hecho a su imagen y semejanza, el pobre oprimido, que por pobre y excluido y con absoluta falta de oportunidades y correcta educación es orillado a delinquir. No fue su opinión, no lo decidió él. El Estado le escogió ese rol y la desigualdad lo confinó, pero, pero, pero, atacar las desigualdades, la falta de educación y trabajos dignos y oportunidades haría mucho ruido y saldría muy costoso, es casi revolución y obvio haría ver culpables a todos, hasta a los que elevarán como fallidas soluciones, candidatos con discursos y promesas, como siempre. Pero ha de haber un escansrio para pronunciarse, para ser oído.
Ah el pueblo! Y para seguirlos excluyendo y marginando no les convidaron a la discusión al respecto, no hubo escenario, fue por eso que convocaron a sus vistas acuarteladas a los miembros del Estado, a los fiscales, para regalarles un derecho quitado al ciudadano como compensación por el negocio de las cárceles o la administración presupuestal que le supone una extracción con la creación del propuesto, novedoso y auspiciado Ministerio de Justicia.
Esto, queridos fanáticos, sigue jodido.