Exteriores

¿Puede EEUU ser dejado a oscuras por un ataque de pulso electromagnético como en Venezuela?

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de emitir un decreto para reforzar las medidas preventivas de un ataque de pulso electromagnético que podría dejar al país entero sin electricidad.

¿Es una casualidad que esto haya ocurrido unas semanas después de que Venezuela denunció haber sido víctima de un atentado mediante el uso de ese tipo de arma? No lo parece. Por el contrario, luce como el gesto de alguien que sabe que acaba de abrir una de las puertas del infierno y trata de protegerse de los diablos que él mismo ha puesto en libertad.

El peligro de los ataques de pulso electromagnético no es algo recién descubierto. Data de las primeras pruebas con bombas atómicas, en los años 40. Los reputados científicos que trabajaron en la concepción de las armas nucleares observaron desde un principio que las detonaciones, aparte de la devastación directa, causaban daños a equipos electrónicos ubicados incluso a centenares de kilómetros del lugar del estallido.

La capacidad destructiva del pulso electromagnético ha ido incrementándose exponencialmente en la medida en que todo se ha vuelto electrónico. Es una de las armas más temidas por los países de gran desarrollo militar porque anula prácticamente toda la capacidad de ataque y de defensa al averiar los equipos digitales más avanzados.

Las perspectivas de un ataque de pulso electromagnético a gran escala son aterradoras y amenazan con hacer realidad las elucubraciones de la ciencia ficción escrita y cinematográfica. Al dañar todo el sistema eléctrico paraliza prácticamente todos los servicios públicos, tal como lo han podido comprobar los venezolanos durante el mes en curso. Adicionalmente, dejaría inservibles todos los equipos electrónicos domésticos y de áreas tan vitales como la salud y la alimentación.

Israel, uno de los países que se ufana de tener tecnología avanzada en este campo, ha amenazado con “devolver a la edad de Piedra a Irán” mediante el uso de armas electromagnéticas.

A su vez, EEUU tiene a Irán como uno de los países que podría llevar a cabo un ataque de pulso electromagnético contra su territorio. En esa lista también están Rusia, China y Corea del Norte. A su vez, todos estos países tienen a EEUU como el agresor potencial más probable. Su peligrosidad se ha incrementado luego de lo ocurrido en Venezuela.

Hasta ahora parece haber existido una tácita disuasión mutua entre las potencias militares respecto a este tema, a sabiendas de los enormes daños que podría causar el uso de esta clase de armas. Todo indica que es un ítem que entra dentro de los mismos parámetros de las armas nucleares, bacteriológicas y químicas, que se mantienen sin uso por el principio de la destrucción mutuamente garantizada. Quien las emplee sabe que será atacado en términos proporcionales y que ambos bandos quedarán destruidos.

Originalmente, los ataque de pulso electromagnéticos estaban asociados a las armas nucleares, pero luego se han desarrollado equipos que pueden ejecutarlos sin detonar una bomba atómica.

El uso de una modalidad de ataque de pulso electromagnético contra el sistema eléctrico venezolano podría haber abierto una puerta que hasta ahora todos habían preferido mantener cerrada. Eso explica claramente por qué Trump ha dado nuevo impulso al trabajo que desarrolla desde hace varios años la Comission to Assess the Threat to the United States from Electromagnetic Pulse (EMP) Attack, conocida como la Comisión EMP. Este grupo de científicos publicó hace más una década un informe en el que refería las vulnerabilidades de los servicios públicos en EEUU ante la eventualidad de un ataque de pulso electromagnético.

Fuente: LaIguana.TV

Compartir:
Botón volver arriba