
San Vicente de Paúl no tiene quien le escriba
Por Antonio G. Reyes Baldwin
Hace unos meses desaprensivos vandalizaron la estatua de San Vicente de Paúl, que está ubicada al inicio de la avenida que lleva su nombre en Santo Domingo Este, no es la primera vez que sucede esta situación con la citada escultura, sino que cíclicamente, cada dos o tres veces al año es desprendida la cabeza de dicha efigie, la cual permanece decapitada bajo la mirada indiferente de todo aquel que transita por esa zona, sin que hasta el momento ninguna autoridad se digne de repararla.
El vandalismo imperante en Santo Domingo Este, ha llegado al extremo, que los robos de las tapas metálicas de las alcantarillas, han dejado de ser material de asombro para sus munícipes, pues inmediatamente son repuestas en los lugares que han sido robadas, no pasan ni 24 horas cuando nuevamente son sustraídas, por los mismos que anteriormente dispusieron de ellas, suponemos que debe ser la misma banda de delincuentes, pues, nunca he visto a nadie ser sometido a la justicia por este tipo de delito, y a falta de consecuencia o sanción, carta blanca para actuar.
Los robos de retrovisores y de piezas de vehículos son otra problemática de Santo Domingo Este, el cual constituye un reto y un desafío inminente a las autoridades, este tema ha sido abordado frecuentemente, sin que hasta la fecha se vislumbre un final feliz, aparentemente estos delincuentes han realizado un máster en la Universidad de Harvard, por lo rápido que son capaces de quitar cualquier pieza, que inmediatamente son vendidas a repuestos de vehículos de la zona.
Conozco un amigo que le robaron los retrovisores de su jeepeta, como le era obviamente difícil conducir sin ellos, se dirigió a una popular avenida del municipio donde proliferan este tipo de negocios, para su sorpresa al pedir un juego de retrovisores usados de ambos lados, el dependiente le trajo los mismos que en la madrugada de ese día le habían robado, este acontecimiento no es un caso aislado más bien son historias que se repite una y otra vez.
Los limpias parabrisas y parqueadores de vehículos, son un claro atentado a la integridad física de los munícipes, por la forma agresiva de comportarse, porque luego de realizar el servicio que nadie les solicito, si usted no cumple con sus requerimientos pecuniarios son capaces de insultarte y en algunas ocasiones llegar hasta la violencia física, si alguien pretende hacer turismo interno dentro del municipio, tiene que tener en cuenta a la hora de hacer el presupuesto, los cincuenta pesos como mínimo por parqueo que cobran estos aviva tos, por estacionarse en las calles que supuestamente son públicas, pero que en la práctica tienen legítimos dueños, con calidad para cobrar peaje por su uso.
Los conductores temerarios tanto de motocicletas como de vehículos de transporte público, mantienen en desasosiego a la comunidad, algo que me llama poderosamente la atención de esta problemática, es la falta régimen de consecuencias a estos infractores de la ley, porque el cuerpo especializado para fiscalizar y supervisar las actuaciones y accionar de todo el que transita por las calles de esta demarcación, le ha dado un salvoconducto con licencia abierta para violar la ley 63-17, pues en sus narices infringen las normativas de tránsito y no son sancionados, muy por el contrario al transporte privado, que asumen las infracciones con toda la severidad que estipula la ley, pudiera hasta asegurar que en algunos casos la digesett se extralimitan en las atribuciones de sus funciones, siempre y cuando sea al sector de transporte privado, porque su contraparte es invisible para ellos.
Solo nos que esperar que alguien se digne a devolverle la cabeza a la estatua de San Vicente de Paul, pidiéndole al altísimo que con esta acción y con un poco de fe, estas problemáticas planteadas en este artículo comiencen a cambiar.