Valentín Medrano advierte sobre implicaciones penales de la difamación y la injuria usando las redes sociales + Vídeo
Por Robert Vargas
Juan Dolio, S.P.M .- Hasta ahora, muchas personas en República Dominicana creen que tienen absoluta libertad y total derecho de colocarse ante un teclado para injuriar y difamar a cualquier persona sin que esto tenga ninguna consecuencia legal.
Y, definitivamente, todos quienes así piensan y actúan están totalmente equivocados y, si no han sido procesados judicialmente, con todo lo que esto implica, es por la sencilla razón de que todavía la mayoría de las personas no ejercen su derecho a hacer ciudadanía para presentar cargos contra los presuntos infractores, según comentó ayer la periodista, abogada y catedrática universitaria Emilia Santos.
Por igual, sobre este concepto se situó el prominente profesional del Derecho Valentín Martínez para dar un paso hacia adelante y advertir, no solo a los periodistas y medios de comunicación de cuidarse para evitar ser imputados por difamación e injuria, sino a los usuarios de las redes en general.
Los dos, Santos y Medrano, se refirieron a este tema al participar como panelistas en el Seminario Taller: «Perspectiva Socio Económicas y Derechos Laborales de los Trabajadores de la Prensa, en el Concepto de la Digitalización de la Economía», auspiciado en por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, (SNTP, y que es realizado en las instalaciones de COOPMARENA, en Juan Dolio. del 12 al 14 de noviembre.
Medrano aprovechó una pregunta del veterano periodista José Tejada Gómez, Director del Diariodigitalrd.com para tratar el tema.
Tejada Gómez quiso conocer el punto de vista del letrado sobre las implicaciones legales que podría tener un editor de un medio digital si publicaba una información sobre un tema específico, que pudiera ser injurioso o difamatorio, si no publicaba la versión de la parte afectada «porque esta no pudo ser localizada».
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También quiso conocer el parecer de los panelistas si, por ejemplo, le gritara «cuero» (prostituta) a una vecina.
Con un lenguaje simple y llano, el letrado relató que el periodista no puede pretender protegerse ni evitar posibles consecuencias legales alegando que intentó obtener la reacción del afectado, pero no fue posible «porque este no respondió a llamadas telefónicas».
En relación a este tema, Medrano advirtió que el periodista y el medio pueden tomarse todo el tiempo que sea necesario para obtener «la otra campana», mediante el uso de medios probables de que se hicieron las diligencias correspondientes antes de divulgar su información.
Destacó que si el periodista o medio de comunicación son demandados por el presunto delito de difamación e injuria, el asunto se queda en el ámbito de lo privado, pero si el demandante el elemento de «difamación e injuria mediante el uso de alta tecnología», vale decir los medios electrónicos, entonces el asunto se complica aún más, porque este requiere la intervención del Ministerio Público y de posibles penas de cárcel para el presunto infractor.
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En relación a si periodista o comunicador le grita «cuero» a su vecina, esto queda por igual en el ámbito de lo privado, porque nada tiene que ver ese presunto delito con el periodismo.
Ahora bien, sin importar si es periodista o no, si quiere tacha de «cuero» (prostituta) a una mujer lo hace usando las redes sociales o los medios electrónicos en general, entonces, ahí la situación cambia drásticamente para el presunto infractor que podría verse afectado por penalizaciones económicas elevadas y la pérdida de la libertad.
Medrano insistió en la necesidad de que los periodistas y medios de comunicación eviten incurrir en violaciones a las normas para no tener que verse sentados en el banquillo de los acusados.
De su lado, Emilia Santos sugirió que «hay que ser prudentes; tenemos que usar más la razón que la emoción, que es lo que ha estado ocurriendo en estas redes sociales».
Es conocido que en República Dominicana las redes sociales son usadas para difamar e injuriar a cualquier persona y que, algunos periodistas usan sus programas para difundir medias verdades con las que pretenden destruir el buen nombre y la imagen de personas públicas.