Vídeo – Luis Henríquez: de La Tablita al Congreso Nacional
–«¡Yo soy Luis Henríque!», le decía él a la multitud de seguidores, quienes reepetían a coro:
–«¡El de siempre!».
La escena se repetía una y otra vez al concluir todas sus manifestaciones proselitistas.
Se trataba de una especie de «grito de guerra», que ayer tuvo su fruto más codiciado: el certificado que lo acredita como diputado para el período 2016-2020.
Para él se trata de un paso de enorme valor simbólico y material.
Es un logro que lo «revienta de alegría».
Desde hace muchos años soñaba con que «este negrito entre vestido de blanco al Congreso Nacional».
Está a un paso de lograrlo. Solo falta que llegue el día 16 de agosto.
Atrás quedarán los años de su paso por el Ayuntamiento de Santo Domingo Este, donde unos lo aman y otros lo odian.
Un día, antes del 16 de agosto, removerá de la pared lateral del despacho que ocupa aquella pintura que le recuerda sus años de niño cuando corría por la calle empujando un neumático frente al caserío que estaba junto al Palacio Nacional, donde hoy está la Biblioteca República Dominicana.
Mantiene allí esa pintura para «no olvidar mi origen», que no era otro que el vecindario donde todos vivían hacinados en casuchas de madera raída y, en la madrugada, se escuchaba el respirar ansioso de los amantes.
El mismo barrio en el que las vecinas se paseaban a cualquier hora por los callejones con sus batas de dormir translucidas dejando poco a la imaginación.
De ese barrio, «Las Tablitas», procede Luis Henríquez, quien llegó a la entonces Zona Oriental de la capital para ocupar uno de los apartamentos construidos por Joaquín Balaguer en Maquiteria.
Su proximidad con el asesinado alcalde Juan de los Santos, lo sustrajo de su quehacer de vendedor de papitas fritas, para verce de bruces en el mundo de la política al más puro nuevo estilo de este tiempo.
A la sombra de Juancito creció políticamente y se fortaleció.
Tiene fortalezas y debilidades.
Es odiado y amado.
De él se dicen muchísimas cosas: buenas, buenísimas, malas y malísimas.
Pero él no se detiene y sigue adelante, como aquel día que decidió ir a una universidad y se matriculó para estudiar la carrera de Derecho, de la que se recibió como licenciado, hace algunos años.
En la campaña electoral, con todo lo aprendido junto a Juancito, logró vencer a sus adversarios internos.
Ahora inicia una nueva etapa de su vida.
Y, como es natural, está feliz.