Destacadas de CiudadOriental.com

Robert Vargas: El Legado de un Maestro de Vida que Trasciende el Tiempo

Por Cinthia Polanco

Este 30 de septiembre marca dos años desde la partida física de Robert Vargas, un ser humano extraordinario que dejó una huella imborrable en quienes lo conocieron. Su vida no se limitó a impartir conocimientos; fue un verdadero maestro de vida. Siempre dispuesto a escuchar y guiar, Robert transformaba los problemas en soluciones sin pedir nada a cambio.

El Profesor, como muchos lo llamaban, fue mucho más que un docente. Después de haber dedicado 32 años de su vida a las aulas, logró una pensión de 26 mil pesos, la cual apenas representaba el valor de su enorme contribución a la educación y la vida de los demás. Era un maestro de por vida, siempre dispuesto a escuchar y guiar a quienes lo buscaban.

Recuerdo con claridad cómo cualquier persona, sin importar su estatus o situación, acudía a nuestra casa con una inquietud, y él, con su calma y sabiduría únicas, escuchaba atentamente para luego ofrecer un consejo que siempre transformaba el problema en una solución. Nunca pidió nada a cambio, nunca cobró por su orientación.

Al pensar en Robert, evoco su profundo compromiso en cada elección, cómo seguía de cerca los procesos políticos desde su computadora, grabando eventos para analizarlos. Aun cuando el dolor de riñón lo atormentaba, jamás se quejaba. No le gustaba la queja. Prefería actuar, resolver, seguir adelante sin importar las adversidades.

Recuerdo la transición de Ciudad Oriental de lo impreso a lo digital. Robert, autodidacta por naturaleza, dedicó días y noches enteras a aprender, estudiando hasta dominar lo que pocos entendían en ese momento. Y lo más admirable es que, una vez que adquiría ese conocimiento, lo compartía con los demás de manera gratuita, incluso con aquellos que luego se convertirían en su competencia, porque para él, enseñar era un don, no una estrategia.

También recuerdo cómo, con esa pasión por mejorar la vida de los demás, comenzó una serie de denuncias sobre los ruidos en los negocios de bebidas de Santo Domingo Este, luchando por el derecho de los vecinos a descansar en paz.

Tenía un don especial para leer a las personas; con solo hablarles, sabía quiénes eran y qué podían ofrecer. Su vida fue un ejemplo de dedicación y amor por su comunidad, una vida que, aunque físicamente ya no esté, sigue presente en cada consejo, en cada lucha que inició y en cada persona a la que ayudó.

Compartir:
Botón volver arriba