
Por Lic. César Fragoso
Con cierta frecuencia cuando se habla de invertir en bienes raíces en la República Dominicana, surgen algunos testimonios de personas que dicen haber sido estafadas. Sus experiencias merecen respeto, porque nadie debe perder su dinero ni su tranquilidad. Sin embargo, también es justo analizar el tema con datos reales y en su verdadera dimensión.
En los últimos tres años, la República Dominicana ha registrado cientos de miles de transacciones inmobiliarias entre compraventas, hipotecas, títulos y registros contractuales. Estas operaciones están respaldadas por el Registro Inmobiliario, la Jurisdicción Inmobiliaria y el sistema notarial del país, que funcionan bajo un marco legal consolidado desde hace décadas.
Según datos públicos del sector, la inmensa mayoría de estas operaciones se ejecutan sin conflictos, con contratos válidos, títulos entregados y propiedades en uso. Los casos de estafa existen, pero representan una porción mínima frente al volumen total de ventas realizadas anualmente en el país.
La seguridad jurídica inmobiliaria en la República Dominicana no es una opinión, es un sistema. El país cuenta con tribunales especializados en tierras, jueces inmobiliarios, registros de títulos digitalizados y procedimientos claros para deslindes, certificaciones y transferencias de propiedad.
Es importante distinguir entre fraude inmobiliario y malas decisiones de compra. Muchos de los casos negativos ocurren por comprar sin verificación de títulos, sin contratos adecuados o confiando en intermediarios informales, no por fallas del sistema legal dominicano.
Cuando un pensamiento negativo se viraliza, se crea una percepción distorsionada de la realidad. Un solo caso se repite cientos de veces en comentarios, mientras miles de compradores satisfechos no escriben, porque simplemente están viviendo en su propiedad o rentándola sin problemas.
Por eso resulta necesario preguntar algo pocas veces planteado:
¿Dónde están las voces de las decenas de miles de personas que han comprado apartamentos, solares y casas en RD sin inconvenientes en los últimos años? ¿Por qué no se escucha su experiencia?
La realidad es que la inversión inmobiliaria ha sido uno de los motores del crecimiento económico dominicano. Ha atraído capital extranjero, ha permitido a la diáspora comprar propiedades y ha ayudado a miles de dominicanos a lograr su primer techo propio.
Negar esta realidad por experiencias dolorosas — que sí existen — es injusto tanto para el país como para quienes desean construir patrimonio con información correcta. Un caso negativo no puede invalidar miles de procesos exitosos.
Esto no significa minimizar los errores ni callar las denuncias. Al contrario: se deben denunciar fraudes, sancionar responsables y fortalecer aún más la educación inmobiliaria del comprador. Pero hacerlo sin matar el entusiasmo ni sembrar miedo colectivo.
Invertir en bienes raíces en República Dominicana es seguro cuando se hace correctamente: verificando títulos, usando contratos claros, trabajando con profesionales acreditados y entendiendo que el “due diligence” (debida diligencia) no es opcional, es imprescindible.
Durante 2024, el Registro Inmobiliario (RI) procesó más de 425,000 solicitudes; emitió aproximadamente 465,000 certificados de títulos y atendió decenas de miles de certificaciones de estado jurídico de inmuebles a nivel nacional. Es posible que esas cantidades hayan sido superadas en el 2025.
Esto demuestra que el sistema registral está activo, funcionando y respaldando un volumen alto de transacciones inmobiliarias formalizadas. No se trata de un mercado marginal: es un mercado regulado, con controles y registros oficiales.
Y es un claro indicador de que la seguridad jurídica no es un discurso: es un sistema que opera a diario. Y que el número de operaciones que concluyen con éxito y sin conflictos es abrumadoramente mayor que los casos negativos aislados.
Hoy más que nunca, el reto no es convencer a la gente de no invertir, sino enseñarle cómo invertir bien. Esa es la verdadera protección del comprador y la forma más responsable de enfrentar los casos negativos.
Finalmente, sería sano para el debate que también hablen quienes compraron, pagaron, recibieron su propiedad y hoy viven tranquilos o generan ingresos con ella. Porque la verdad completa no se construye solo con malas experiencias, sino con la realidad total del mercado.
La República Dominicana no es un mercado perfecto, pero sí un mercado funcional, regulado y con instituciones que respaldan la propiedad privada. Los datos lo confirman: muchas más operaciones terminan en éxito que en conflicto.
Hoy la oportunidad está para quienes deciden invertir con información, asesoría, prudencia y visión. Comprar casa propia, apartamentos o invertir en bienes raíces en RD puede ser una de las decisiones más seguras y provechosas si se hace bien.
Para quienes han tenido malas experiencias: hay que buscar justicia. Para quienes desean invertir: hay que actuar con responsabilidad. Y para todos: mantener viva la esperanza de que este país puede ofrecer un techo, un hogar o un patrimonio digno y seguro.