
Übermensch Y La Muerte De Dios
Por Felipe Castro
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En sentido general, en termino histórico la corrupción ha sido un elemento consustancial al Ser, que se ha manifestado indistintamente según la época. En la antigüedad la corrupción se manifestaba con la imposición del más fuerte sobre el débil que culminaba en la esclavitud como transito al lucro y la comodidad de la elite de entonces.
En los manejadores del poder pernota un elevado número de individuos con la ausencia del hipotálamo anti avaricia que se originan en Übermensch (Súper-hombres) perdidos en un laberinto de poder y oscuridad codiciosa, convirtiéndose en recolectores de bienes materiales, traicionado por el Yo.
Esa estirpe de individuos le mata al colectivo la esperanza de la existencia de Dios; es decir, de la felicidad como fin último, sin darse cuenta que al final se matan asimismo, haciéndose muertos en vida, encerrado en el purgatorio terrenal entre blocks y rejas por un periodo determinado, y fuera del mismo, cosechan su muerte ética y moral, hasta el último suspiro.
Generalmente, el corrupto es un gladiador de la estupidez, no se escarmienta viendo los errores cometidos por otros corruptos, se creen talentosos y perfectos para depredar la cosa pública, su intrínseca ínfula, les hace creer que su poder es ilimitado, con patente de corso para satisfacer su estúpido ego de ser superior.
La estupidez como perspectiva del mal, ha sido reflexionada filosóficamente por varios autores: Gustave Le Bon, en su obra sobre psicología de las masas, argumenta que los individuos, cuando forman parte de una multitud, tienden a perder su capacidad de juicio crítico y a actuar de manera irracional. Esta “estupidez de las masas” se manifiesta en la adopción de comportamientos irracionales y en la susceptibilidad a la manipulación. Le Bon sostenía que, bajo ciertas circunstancias, las masas pueden actuar de manera mucho más estúpida de lo que lo harían sus miembros individuales por separado.
Aristóteles, de su parte, creía que la estupidez no era simplemente la falta de conocimiento, sino la falta de sabiduría. Sin embargo, para el filósofo griego, la sabiduría no solo implica el conocimiento de hechos, sino la capacidad de aplicar el conocimiento de manera prudente. En este sentido, una persona estúpida no es la que no sabe, sino aquella que, sabiendo, no actúa con juicio. La sabiduría, según Aristóteles, es la brújula que guía la acción humana hacia el bien; sin ella, la acción se vuelve ciega y potencialmente destructiva.
José Ortega y Gasset consideraba la estupidez no solo como un problema cognitivo, sino como un problema ético. Según el filósofo español, una persona estúpida es aquella que no se esfuerza por entender y mejorar su situación. Así, argumentaba, se trata entonces de una forma de irresponsabilidad moral, ya que implica una negativa a asumir la responsabilidad por uno mismo y por la sociedad. Para Ortega y Gasset, la lucha contra la estupidez es una lucha por la dignidad humana.
Por su parte, Michel de Montaigne asociaba la estupidez con la soberbia. El escritor francés observó que las personas idiotas tienden a ser invariablemente soberbias; creen que saben todo y que no tienen nada que aprender de los demás. Esta falta de humildad intelectual les impide cuestionar sus propias creencias y reconocer sus errores. Montaigne sostenía que la verdadera sabiduría comienza con el reconocimiento de la propia ignorancia, una cualidad que los estúpidos, en su arrogancia, son incapaces de ver.
Friedrich Nietzsche, veía la idiotez como una resistencia a la experiencia. Según el filósofo alemán, la verdadera idiotez radica en la incapacidad o la falta de voluntad para aprender de los errores. Una persona estúpida es aquella que, a pesar de enfrentarse repetidamente con las consecuencias negativas de sus acciones, sigue comportándose de la misma manera. Esta insistencia en ignorar la realidad y las lecciones de la experiencia es, para Nietzsche, un signo de profunda estupidez.
Para mí, la más importante de estas reflexiones filosóficas es de la filósofa Hannah Arendt, conocida por sus planteamientos sobre la banalidad del mal, que también exploró la idea de la estupidez como una forma de insensibilidad moral. La alemana sugería que esta podría estar vinculada a una falta de empatía, a la incapacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender su punto de vista. Según Arendt, esto podía llevar a la deshumanización del otro y a la perpetración de actos de gran crueldad, como se vio en los horrores del totalitarismo.
Estos conceptos son meridianamente patológicos a la psicología de insensibilidad del corrupto, es un axioma de esos conceptos el inhumano entramado acontecido en SeNaSa, que ha provoca una indignación frustrante en el colectivo nacional, manifestadas en las voces lapidarias del presidente Luis Abinader quien externo su frustración diciendo que el como presidente tenía amigo, no cómplices y la expresión del Dr. Guido Gómez Mazara que externo su frustración como producto de su indignación diciendo que los implicados en el caso de SENASA eran unos hijo de la Gran P… ya que el pueblo eligió al PRM, por entender que era diferente al Partido de la Liberación Dominicana, que en el pasado gobernó por 20 años, y sumergió al gobierno de entonces en un olimpismo de la corrupción a fuerza de permisibilidad e impunidad.