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El tío Teodoro y el legado del abuelo que me espera

Por: Valentín Medrano Peña

Mi tío, Teodoro José Rosario, hijo de Josesito Peña y su última esposa. Ella no era mi abuela pero se portaba como tal, y era madre de tres de mis tíos más queridos.

Mi tío, Teodoro Rosario, tiene afición por la historia, hurga y recuerda a la perfección, y de cuando en cuando te restriega en la cara lo que eras, como forma que no olvides quien debes ser.

Mi tío, Teodoro Rosario, mi tío vivo, mi tío moralidad, no me permite ser otro. Su memoria es familiar, él es el todo, el colectivo consciente y, detentador del mandato del abuelo que nunca conocí, que no esperó a que naciera, pero que dejó sus claras reglas para que sepamos de donde venimos, y quienes estamos llamados a ser, y cuales cosas nos son vedadas y lo poco de permisión que tenemos. Mi tío, Teodoro Rosario, es la soga corta del abuelo, que nos ata e impide, que nos obliga. Mi tío, es reflejo del abuelo que espera por conocerme, y del que mi madre quiere obtenga aprobación.

Mi tío, Teodoro Rosario, me recordó lo que debí recordar hace unos días, el escrito del 18 de agosto del 22 que reproduzco aquí:

“Para que conste…

“Gobernar es hacer, no decir. Aunque es preferible que sea decir y hacer en consonancia. Para muchos la concepción de Patria es presupuestal. Con cargo al presupuesto se aplaude, se apoya y justifica hasta a la crucifixión. Bandera, escudo e himno en el bolsillo, todos en billetes. (Twit).

Acontecimientos recientes hacen repensar la concepción de Estado: Si es población con rasgos culturales e idiosincrasia propios, con un territorio y fronteras, una organización administrativa con su dirección que ejerce el poder, división del trabajo y soberanía. ¡Soberanía!, ¿Con qué se come eso?, ¿Es una más de las ficciones del derecho?

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Lo cierto es que hay toda una tendencia a hacer desaparecer las fronteras. El mundo es una aldea global interconectada, y por ende, el poder tampoco tiene fronteras. Hoy más que nunca se amerita de una redefinición de soberanía.

Los países fuertes y sus multinacionales imponen las reglas y llenan los bolsillos de sus representantes, quienes a su vez son escogidos por electores nativos a los que dicen representar, pero en la práctica son embajadores y no presidentes o legisladores o jueces. Responden al designio del poder, están normados por el poder que perdió los límites fronterizos.

Así la noción de patria también se redefine. Pues el fervor que quema las almas y mueve a acciones y reacciones nacionales y nacionalistas se inspira más en los billetes que sirven para la adquisición de bienes y servicios aveces suntuosos que en el interés soberano. El dinero es frontera, patria y soberanía, y por ello es la tendencia a escoger, seleccionado desde fuera, a empresarios ricos para la conducción de gobiernos y enclaves. Es más fácil lidiar con quien ya tiene claro su Dios y seleccionó a “…lo que es del Cesar” en la opción ofertada por el cordero.

Nos engañan y nos engañamos. Pensar con propios criterios está en veda. Otros nos sirven los pensamientos ya acabados, terminados, para que solo los positivemos y defendamos en el voto constante de las elecciones universales de las redes y los likes, que a la vez son fraude, ya que siempre saben cual ha de ser nuestro voto, pues ellas son productoras iniciales y receptoras finales de esos tendenciados pensamientos”.

 

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