
Por Manuel Soto Lara
Saludo la decisión de la Segunda Sala de la Corte de Apelación del Distrito Nacional que varió la medida de coerción consistente en prisión preventiva a Hugo Veras, Jochy Gómez y comparte.
Lamento que el único presupuesto de arraigo que parace tener valor para eludir la cárcel sea el dinero; aunque el mismo constituya el cuerpo del delito.
Qué fácil se les hace a los ricos, principalmente aquellos que les robaron las oportunidades a los pobres, ir a sus procesos penales en libertad.
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La misma suerte no corren ante los mismos jueces aquellos desgraciados a los cuales los tigueres del partido, que son los ladrones del gobierno, les han robado hasta la opción de no ser delincuentes;
Nuestro sistema de enjuiciamiento penal parece mandar un mensaje en el sentido de: “háganse ricos por las buenas y, si no pueden por las buenas, simplemente, háganse ricos”.
No importa, como ocurre con los tigueres del partido, que son los ladrones del gobierno, que aunque su riqueza sea su propio crimen; basta con que sean ricos para no ir presos a conocer su juicio.
Reconozco que el diseño procesal penal es para que los justiciables vayan a los procesos penales en libertad, y lo comparto por ser esto a fin con un sistema republicano de gobierno, lo que cuestiono es que eso solo se aplica a ellos: a los tigueres del partido que son los ladrones del gobierno.
Los pobres de solemnidad son los clientes del sistema carcelario dominicano; mientras los ricos, aún siendo grandes criminales, encuentran jueces “que les haga justicia”.
Todo el que se comió una lechosa sin permiso del dueño es trasladado al tribunal engrillado desde el penal, mientras los que se robaron medio país van al tribunal en insultantes vehículos de alta gama; producto de los mismos crímenes por los que son juzgados.
Los jueces mandan un mensaje, es la moraleja de este escrito, el único crimen que ellos no perdonan es ser pobre. Eso lo saben bien claro los tigueres del partido y los funcionarios del gobierno.
Si a todos los trataran igual, no tendríamos nada que criticar a estos jueces. Pero los pobres, aún enfermos terminales, no encuentran en la benignidad de esos mismos jueces una limosna de justicia.
A todos los hombres por igual debe aplicársele la ley, no solo a los ricos. Para muchos jueces dominicanos el peor crimen no es carecer de decoro, sino de dinero.