Cuando todos seamos inmorales
Por Valentín Medrano Peña
“Un día, muy pronto, a razón de las calificaciones morales que otorgan graciosamente algunos influencers, redes sociales, y comprometidos medios de comunicación, pronto, muy pronto, ya no habrá nadie a quien considerar honesto. La lista de deshonor aumenta a la velocidad de la luz” (Twit)
No hay forma de incursionar en las redes o sentarse en la apacible quietud del hogar a disfrutar noticieros y programas de opinión y hasta de farándula, que no se escoja a personas para posarlos en el paredón de fusilamiento moral.
Estas muertes morales, a manos de auto instituidos jueces éticos supremos, hoy logran alcanzar a instituciones completas. Los partidos son, a decir de los neomoralistas, asociaciones de malhechores, los políticos por vías de consecuencias están dañados y no son aconsejables para dirigir nada que maneje más de cincuenta centavos, la policía es corrupta y asesina, las fuerzas armadas un antro de delincuentes, la iglesia es, además de opio de los pueblos, agente de complicidad en todos los males y protectora de pedófilos, el congreso es nido de alimañas, el Ministerio Público es/fue ente delincuencial, las alcaldías escuelas de corrupción, y en fin, según las redes y medios comprometidos solo sirven la denominada sociedad civil con sus agendas pro aborto, anexionistas, pro diversidad con ventajas para el que no sea ni hombre ni mujer, etc. y claro está, una buena parte del empresariado.
Lo raro es que tanto el empresariado, que corre con una suerte inexplicable de hacer y no merecer, pues no ha habido un solo acto de corrupción, una sola licitación, una sola construcción, provisión, compra, etc. que no tenga coparticipación del empresariado, que gana licitaciones y construye y ahora es socio más directo del todo gubernamental en sus alianzas público-privadas que evaden la necesidad de una Ley para privatizarlo todo, para obsequiarlo todo.
En tanto que la denominada sociedad civil ha sido participe de cuantas vainas ocurren aquí. Cobran en todos los gobiernos, reciben becas y facilidades, hablan en nombre de gente a la que no conocen, no les rinden informes y de las que no han recibido autorización para tal representación, y lo mejor, cobran por ellos.
La base de este revoltijo social es la degradación moral, la que puede ser seguida o no de sometimientos judiciales. Lo que si, es que no hay sometimiento judicial sin esa fase previa de degradación moral que procura tendenciar a los incautos para que cierren filas en el pedido y procura de condena para el seguro infractor, y lo es, es culpable, porque así lo dijo un gurú influencer, y cientos más, casi todos con agendas solventadas, para crear, hoy como ayer y como siempre, el populismo penal que empuja a la injusticia, que amedrenta jueces, si es que no se auto amedrentan por óbolos, ascensos o promesas de elevadas funciones.
El hombre sigue siendo lobo del hombre, solo que esta vez, solo que hoy, el lobo es una bestia mecatrónica, híbrido de animal y máquina, un ciborg, con acceso computacional a tecnologías y comunicaciones, y por ello participa en redes, encuestas y grupos sociales. Asesinando a mansalvas con predilección en cabezas que hagan mucho ruido para el aprovechamiento político y morboso.
Un día, muy pronto, ya todos seremos iguales. Reinará la paz de los tontos que ganaron en el obtenido mal colectivo. Descendidos a la igualdad de los deshonestos, los anticristos de la moral. Y cesarán las críticas, y no tendrán redes y medios razón de ser, ni créditos ni afluencias ni influencias ni descréditos.