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Hedor de muertos y miedo a secuestros imperan en el ASDE

«Parece que regresamos a los tiempos de la caverna trujillista, con el hedor de muertos y miedo abrumador a lo desconocido en medio de la creciente impunidad en la República Dominicana».

Por Robert Vargas
En el Ayuntamiento de Santo Domingo Este, (ASDE), se vive una etapa inédita en la que predominan el «hedor de muertos» y el miedo a secuestros.

Suenan a juegos de niños aquellos tiempos en que los regidores dirimían sus diferencias gritándose hasta desgañitarse en plena Sala Capitular.

También están en el recuerdo lejano aquellas escenas en que algunos regidores se enfrentaban diparándose copas de cristal y, al poco tiempo, todos se abrazaban como buenos amigos.

En el ASDE ya eso está en el pasado.

Ahora, en septiembre del año 2016, crece el «olor a muerte» y el miedo a los secuestros.

Todo el personal percibe que «algo está raro» y conversan entre ellos por lo bajo y miran de reojo.

Quienes tienen en su poder informaciones «delicadas», o quienes se oponen a «ciertos intereses», temen ser asesinados «igual que Catalino».

No se trata de un juego de niños ni de creación literaria.

Por ahí, en el  segundo piso del Palacio Municipal, todos están sorprendidos al ver que una regidora se mueve para todas partes con dos hombres que «parecen sus guardaespaldas».

A ella se le ve el miedo y la inseguridad reflejada en el rostro.

Otro se mueve dentro del Palacio Municipal con  su jefe de seguridad como si fuera un arete, mientras en su vehículo guarda un fusil.

Antes, en el viejo Palacio Municipal Dr. José Francisco Peña Gómez, ningún regidor andaba con uno o más espalderos.

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Lo más grave que llegó a ocurrir fue que a dos regidores peledeístas los despojaron de sus vehículos todoterrenos y se los quemaron. Nunca se supo quienes fueron los autores.

Esos incidentes se produjeron en momentos de grandes tensiones en el ASDE con contradicciones que se reflejaban en la Sala Capitular.

Otros se repartieron puñetazos y lanzaron copas.

Para evitar que las copas de cristal se convirtieran en «armas de combate» y proyectíles, a los regidores dejaron de servirle agua en copas de cristal, y les colocaban una botellita plástica llena de agua con un vaso cervecero plástico.

Ahora el asunto es distinto.

A partir del pasado 16 de agosto, todo cambia para peor.

Tenebroso.

Sangriento.

Criminal y mortal.

El miedo no es a una simple copa de cristal o a que arrebaten y exploten el todoterreno sino algo peor.

El miedo es a que una pandilla secuestre a cualquier integrante de la Sala Capitular y después, cuando presente la denuncia a la Policía, entonces estos vuelvan a secuestrarle durante varias horas con propósitos no claros y, como si no sucediera nada, las autoridades no investigan lo denunciado.

El otro gran miedo es a que uno o más sicarios sigan a un regidor o a miembros de su familia, y le metan uno o más balazos en la cabeza.

Para que nadie lo olvide, en el segundo nivel del Palacio Municipal, en todas las oficinas de los concejales, y en la puerta de la Sala Capitular, fue colocada una foto del concejal asesinado decorado con un lienzo negro.

Los referentes para esos nuevos e inauditos temores están ahí, todo el mundo los conoce.

Los ven.

Los sienten.

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Lo padecen.

Les temen.

El secuestro de una regidora y el asesinato de un regidor aparentemente por un sicario  parece que han logrado un efecto devastador en la percepción de inseguridad en el Ayuntamiento, donde ahora son muchos quienes están atemorizados.

En esas oficinas he vuelto a ver el miedo dibujado en los rostros de gentes buenas, sencillas, laboriosas.

Personas que ahora tienen miedo de hablar porque creen que «las paredes oyen» y temen padecer consecuencias.

Incluso, hasta la máxima autoridad municipal va a la Sala del Concejo protegido con hombres armados, algo nunca antes visto en el Ayuntamiento.

Parece que regresamos a los tiempos de la caverna trujillista.

En pocas palabras, en el ASDE, desde el 16 de agosto, está en plena vigencia una nueva era que tendrá referentes claros y precisos:

Una regidora que fue secuestrada estará allí sentada entre sus colegas..

Una silla estará vacía porque el regidor que la ocupaba está sepultado tras haber sido asesinado.

Si se quisiera conocer el origen del naciente y creciente miedo, solo sería necesario seguir «el rastro del dinero»..

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