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¡La Cafetería del Centro Cuesta del Libro: Un espacio que debemos salvar!
Por Quilvio Vásquez
El intelecto dominicano está de luto. Su lugar de encuentro, la Cafetería del Centro Cuesta del Libro, agoniza bajo la sombra implacable de la indiferencia. Este espacio pertenece al pueblo; es un ágora donde nacen las ideas, donde se desarrolla la buena literatura, la filosofía y la ciencia.
Un crisol de mentes brillantes
La Cafetería es un punto de encuentro para profesores de todos los niveles, desde inicial hasta el más alto grado académico. Por sus mesas han pasado políticos exitosos, se han forjado grandes ideales. Siempre fue el centro más libre que jamás soñó la República Dominicana, un espacio donde nunca hubo reproche ni persecución de las ideas.
Ahora, el pueblo recibe la desagradable noticia de que la Cafetería será cerrada al público. Aún se ven rondando los intelectuales, buscando la forma de que este espacio vuelva a brillar. Por los pasillos de Plaza Cuesta del Libro transitan políticos, funcionarios, juristas, ateos, pastores, sacerdotes, profesores, científicos, escritores, artistas, sociólogos, psicólogos, psiquiatras, filósofos, militares… Todos en busca de libros que enriquezcan sus saberes.
El valor del intercambio
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Lo más importante de la reunión de intelectuales es el intercambio de ideas. Cada cual tiene la esperanza de argumentar, cree tener la razón y expone sus ideas tratando de ser convincente. Los intelectuales se alimentan del intelecto de los demás. Cada uno sabe que cualquier expresión debe ser sometida a la lógica; todos aportan para construir ideas en consenso.
Las tertulias modernas son así. A menudo, a nuestra mesa se sientan magníficos historiadores, juristas, escritores, profesores y científicos que pertenecen a los grandes centros de dirección de instituciones públicas y privadas. Aquí, todos tienen derecho a opinar: el pagano y el cristiano, el ignorante y el sabio, el rico y el pobre.
En la tertulia hay camaradería. He recibido un brindis de historiadores como Tirso Mejía Ricart y Manuel Otilio Pérez, así como de beneméritos académicos que enriquecen la mesa con grandes propuestas nacionales.
Un llamado a la acción
La gran pregunta que nos hacemos es: ¿qué podemos hacer para revertir la orden de una empresa a la cual sus libros no le cuadran?
Quizás podamos ayudar pidiendo al gobierno el subsidio de los libros, porque es posible que la famosa librería Cuesta siga el mismo derrotero de la cafetería de nuestra tertulia.
¡No permitamos que este espacio de diálogo e intercambio desaparezca!