
Evangélicos «le comen los caramelos» poco a poco a los católicos en el activismo político de SDE
Por Robert Vargas
El fanatismo religioso evangélico desplaza a pasos agigantados a sus pares católicos y se hacen con el control del activismo político en Santo Domingo Este.
Evangélicos de todas las denominaciones, algunas rivales feroces entre ellos mismos, se han aproximado a líderes políticos para aumentar su influencia entre multitudes que no logran ver el final del túnel de la crisis económica y social que les afecta.
Otros son buscados directamente por candidatos a todos los puestos de elección popular para aprovecharse de la influencia que estos tienen en la masa que está convencida de que hay «un paraíso después de la muerte», algo así como un fantástico «resort» celestial en el que solo hay que dedicarse a disfrutar de «la otra vida».
En este terreno, los evangélicos parece que le ganan a los católicos debido a que son más agresivos y se sumergen en todos los barrios y rincones del país y tienen iglesias para todas las clases sociales.
Incluso hay algunos de esos pastores, presuntos «mensajeros de Dios» que se han actualizado y logran convencer a quienes le siguen de que les paguen sus ofrendas con tarjetas de crédito o de débito, si es que carecen de efectivo.
El poder de los católicos, que dominaron de forma casi monopólica ese escenario durante siglos, tiende a disminuir ante el de los evangélicos.
No hay que olvidar que, tras la llegada de los conquistadores a las tierras del Caribe, le siguieron los sacerdotes católicots que impusieron su religión a sangre y fuego.
Incluso, al escribir la historia, estamparon en los libros que una virgen salió en defensa de los conquistadores españoles en el Cibao, cuando estos tendían a ser derrotados por los nativos.
Así, narra el poeta, que en los tiempos de la Conquista, muchos indios vivos fueron convertidos en cristianos muertos.
Este inmenso poder de la iglesia católica sobre la mente de los vecinos de la isla de Santo Domingo se refleja en la existencia de una multitud de portentosos recintos religiosos en un área tan pequeña como la Zona Colonial.
Ese poder de los católicos se fue extendiendo siglo tras siglo, y sus sacerdotes se convirtieron en fuente de poder capaces de poner y quitar presidentes y, muchas veces, aliados a dictadores criminales, como Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Ahora, en pleno Siglo XXI, la religiosidad de los dominicanos se diversifica y profundiza con los evangélicos tomando el control desde abajo, siendo más pragmáticos y formalizando todo tipo de alianzas.
Esto los ha llevado a lograr que en todos los actos políticos sea casi «obligatorio» que alguien haga una oración y, si esto no ocurre, se siente el malestar entre los activistas, muchos de los cuales se odian y se hacen las más vulgares trampas entre ellos mismos.
Así, cada candidato o partido, tiene su pastor, pastora o sacerdote favorito.
La situación ha llegado a niveles tan elevados, que en el Concejo de Regidores del Ayuntamiento de Santo Domingo Este, es ya una «ley no escrita» que antes de iniciar cada sesión se «obliguen» a hacer unas oraciones, aunque entre los concejales estén presentes más de un corrupto dispuesto a beneficiarse de manera personal de los recursos de la Ciudad en abierto desafío a las leyes.
Recuerdo que cierto día, un pastor evangélico criticaba a los regidores corruptos que vendían sus votos por unos 25 mil o 30 mil pesos.
-«Son unos desvergonzados, unos miserables. Si me dijeran que lo hicieron por 20 o 25 millones, yo los entendería».
En otra ocasión, un grupo de pastores evangélicos fueron beneficiados cada uno con una biblia cuyo costo individual superaba los cinco mil pesos, pagados con fondos del municipio.
Otros, en esta caso los católicos, se benefician de que les construyan parroquias, o les instalen sistemas de aires acondicionado.
En pocas palabras, religiosos de todas las denominaciones y políticos de todas las fracciones se aprovechan de la desesperanza de las multitudes para obtener sus favores.
Unos lo hacen convencidos de que actúan de manera correcta porque ellos mismos son creyentes, pero otros son unos comerciantes que se aprovechan de la ignorancia o las creencias de quienes le siguen.
Mientras tanto, lo que sí parece estar claro es que el fanatismo religioso toma el control de muchas organizaciones y cuotas de poder político amparados en la promesa del futuro «resort» en el cielo.