Kimberly Taveras, el árbol que da frutos
Por: Valentín Medrano Peña
Kimberly Taveras fue puesta en la palestra pública a causa de su talento, una férrea formación familiar y profesional y su gran capacidad de respuestas. Ello le llevó a ser electa por su comunidad, a muy temprana edad, alcaldesa, más bien directora de un distrito municipal.
Seis años, en el periodo electoral extendido por acuerdo político, estuvo al frente del ayuntamiento de La Güayiga, impulsando grandes soluciones edilicias en aquella comunidad con presupuesto municipal deprimido.
Esa joven valor dominicana es un tesoro dentro de la actividad política nacional, una líder natural, un referente de la juventud, una persona honesta y un excelente ejemplo de emprendedurismo. Su talento la condenó al éxito.
La misma ha sido objeto de unas desproporcionadas e injustificadas críticas. Las informaciones manipuladas y sacadas de contexto, los juicios salidos a modo de testimonios por contrarios y dolidos, pueden crear un espectro, tendenciar apariencias pero jamás representar una verdad, la verdad.
Nació pobre, en una definición actual de pobreza, pues tuvo buena educación y oportunidades que aprovechó con una visión y objetivos que obligaban a la consecución de logros. Sus metas alcanzadas justifican los resultados.
Todo este escarceo parece decir, más bien dice, si naciste pobre quédate pobre, el sistema te quiere pobre, si trasciendes, si logras fortuna, serás blanco de todo tipo de persecución y denuestos. La riqueza es ya marca registrada, tiene título de propiedad asentado, tiene dueños que cuidan con celo la permanencia de los dineros en las mismas manos, de ahí las leyes de control de fortunas.
Los logros de Kimberly absolutamente merecidos, devienen del denuedo, el trabajo, la dedicación y el esfuerzo constante.
Es obvio que es un objetivo de los dejados atrás en la lucha perenne por el poder. Es una molestia para los que han heredado en franco ocio fortunas trabajadas por otros, Kimberly es el éxito que nos habla de nuestros fracasos o rezagos si somos mediocres o amargados, y de la mística e inspiración necesaria que mueve nuestras acciones en pos de nuestras metas, si somos optimistas.
Kimberly Taveras es la hija que todo padre querría tener pero que no todos tienen, pero ello no da el derecho a reaccionar de forma incorrecta, denostando sus condiciones manifiestas con pundonor en cada acto de su vida.
Kimberly es un daño colateral a la vez que objetivo, pues la procura es un efecto dominó y bola de nieve conjuntos con propósito mal sano y con el fin de producir un daño y embarre mayor, pero muy a pesar,…
Ella es un gran ejemplo que debíamos ponderar de forma orgullosa, exhibiendo al mundo en ella las potencialidades de nuestra juventud productiva y honrada, de lo mejor de nosotros, empero, recibe, y es lamentablemente normal, las pedradas que solo se lanzan al árbol que da frutos.