
Por Ramón Peralta
La amante del síndico fue una historia que surgió mientras trabajaba en el guion sobre las contradicciones de un alcalde. Mi intención era escribir un cuento político profundo, inspirado de manera inconsciente por una corriente de pensamiento coincidente con la canción que se usó por un tiempo como himno de mi municipio, la cual le canta a la ciudad como una mujer engañada, abusada por síndicos poderosos, y cómo un alcalde corrupto usa falsas promesas para apoderarse de la ciudad.
- Puede Interesarle: La amante del síndico
La historia fue concebida como una crítica social sobre el abuso de poder y la manipulación. Describí a la ciudad maltratada a través de la figura de Anselmo Batista Morales, quien representa a un alcalde manipulador que explota a sectores vulnerables con el fin de satisfacer su insaciable voracidad fiscal y engaña a la ciudad con falsas promesas. La historia de Khalifa, una mujer vulnerable y madre de dos hijas, como miles de madres solteras dominicanas que sufren los abusos de hombres opulentos. La historia refleja este abuso de poder, ya que Anselmo la utiliza como objeto de control, de la misma manera que muchos gobernantes explotan a su pueblo mientras aparentan protegerlo.
La relación entre Khalifa y Anselmo es una metáfora de la ciudad atrapada por un gobernante que no busca mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos, sino aprovecharse de ellos. Anselmo, con su riqueza y poder, manipula a Khalifa, quien ve en él una salida a su pobreza. Su vida se convierte en una burbuja de ilusiones, en la que le arrebata su autoestima, al igual que cualquier gobierno del tercer mundo utiliza promesas vacías para mantener a la gente sumida en la miseria, mientras exhibe un país próspero para el turismo.
A Khalifa se la presenta como un objeto de exhibición, un trofeo destinado a alimentar la vanidad de Anselmo. Este símil lo vemos en costosas ferias internacionales de turismo en el viejo continente, donde el verdugo muestra con orgullo la belleza de su amante, mientras oculta en grandes cajas los desperdicios de la ciudad, brindando una ilusión óptica. Sin embargo, el hedor delata la suciedad de la corrupción.
Los engaños de Anselmo, como una venda en los ojos de Khalifa, reflejan a un gobernante con un discurso anticorrupción. Pero al momento de nombrar a alguien, el anillo que lo tiene secuestrado impide que nombre al más idóneo para ocupar el cargo, porque es un hombre tan honesto que podría causar problemas.
Las niñas de Khalifa representan las masas desamparadas que viven por debajo de la línea de la pobreza y se sienten extranjeros en su propio país, que no encuentran cupo en las escuelas públicas para sus hijos, ni camas en los hospitales, porque extraños ocupan su lugar.
Khalifa, al igual que una ciudad oprimida, finalmente se libera. La derrota de Anselmo, quien pierde la reelección, simboliza la caída de un gobernante corrupto. La liberación de Khalifa, su regreso a la universidad y su eventual graduación son símbolos de empoderamiento y recuperación de su identidad. Este renacer es un acto de valentía y autodeterminación, como una ciudad que renace después de despojarse de un régimen opresivo.
La figura de Anselmo sirve como advertencia: su caída refleja la mediocridad de la corrupción y la manipulación. A medida que Khalifa se escapa de su control, Anselmo queda atrapado en su propia oscuridad que podría terminar cayendo un cuarto piso a un sombrío presidio. Esta caída contrasta con el renacimiento de Khalifa, quien se convierte en un símbolo de libertad y transformación, tal como una ciudad que se libera de su gobernante corrupto.
El abuelo, como una figura omnisciente y muerta, observa impotente desde el más allá. Su sufrimiento refleja la desesperación de aquellos que, sin poder actuar, son meros observadores de las tragedias que ocurren. El abuelo no tiene el poder para cambiar el curso de la historia, al igual que muchos ciudadanos que sufren sin poder mejorar su situación y calla como la prensa servil de su pueblo.
En mi cuento, el amor no es un refugio puro, sino una trampa. Anselmo ofrece una ilusión de bienestar y protección, pero lo que Khalifa experimenta al final es el verdadero amor hacia sí misma y su familia, basado en el respeto y la libertad. Este amor no es superficial, sino transformador y liberador.
La amante del síndico busca fusionar la opresión de la ciudad con el viaje personal de una mujer que lucha por recuperar su identidad y libertad. La figura de Anselmo, un alcalde egoísta y manipulador, junto con la transformación de Khalifa, crea una alegoría sobre la lucha contra la corrupción y la búsqueda de justicia. La historia no solo trata el conflicto personal de Khalifa, sino también una crítica más amplia al abuso de poder y la falsedad de las promesas gubernamentales. El desenlace, con Khalifa renaciendo y encontrando su camino, deja un mensaje de esperanza de un futuro mejor para esa ciudad.
La amante del alcalde es una muestra de solidaridad con las madres solteras, las madres oprimidas, aquellas que viven la angustia de saber que tienen los días contados, aquellas que temen salir en los periódicos como víctimas de un feminicidio. Al final, la amante del síndico es la historia de mi ciudad, un infierno que tal vez algún día se libere y se convierta en el paraíso que todos deseamos.