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¿Cuáles deben recibir más fondos del ASDE? ¿Los evangélicos o los católicos?

"Dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios"

Por Robert Vargas / Opinión
¿Cuál proporción del dinero de los contribuyentes debe ir a parar a los bolsillos de los pastores evangélicos o de los sacerdotes católicos?

De otra manera, ¿Cuánto dinero del Ayuntamiento de Santo Domingo Este debe ser destinado a engrosar las cuentas de las iglesias de distintas denominaciones?

Mejor así, ¿Cuántos miles, cientos de miles o millones de pesos debe el ASDE invertir de su presupuesto municipal en la construcción o remozamiento de iglesias evangélicas o católicas?

Conocer las respuestas posibles a esas preguntas resulta interesante ahora que católicos y protestantes se arremolinan alrededor de todos los candidatos políticos a puestos de elección popular y los líderes religiosos se despachan con «proclamas» reclamando pulcritud en el uso de los fondos públicos, honestidad y otras cosas así.

Lo primero que debemos conocer es si las iglesias, todas, son instituciones públicas o privadas.

Todas son privadas y se rigen por sus propias normas.

Sus establecimientos son para uso exclusivo de sus feligreses y de quienes ellos decidan aceptar en ellos.

No son para el uso del municipio en general, como lo  son los parques, las aceras y contenes, una calle, un dispensario médico, una escuela laboral, una cancha de baloncesto y voleibol, un parque de béisbol y otros similares.

Cualquiera de los mencionados arriba pueden ser usados sin distinción por evangélicos, adventistas, católicos, mormones, ateos, testigos de Jehová, musulmanes… ¡Por cualquiera!

Todo esto viene a cuento porque he visto por ahí a líderes religiosos rasgándose las vestiduras y pretendiendo colocarse por encima del bien y del mal como si alguno de ellos no fueran beneficiarios directa o indirectamente de la recepción de los fondos públicos de las manos de los mismos políticos a quienes critican su implicación en actos de corrupción.

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Hay por ahí, en Santo Domingo Este, un establecimiento religioso que parece una catedral y en la cual recuerdo haber visto al ex alcalde Juan De los Santos cuando iba a supervisar su construcción.

Si lo hacía era porque el Ayuntamiento estaba gastándose un buen dinero de la ciudad en esa obra, que es de carácter privado, no público.

En otro lugar vi a ese mismo Juancito entregarle una porción de un área verde a otros religiosos para construir allí unas instalaciones de cierta iglesia.

Esto enfrentó, en su momento, a una parte de la comunidad de un lado, con el alcalde y el líder religioso local del otro.

El religioso en cuestión logró dividir a la comunidad, una parte de la cual se puso de su lado. Para ese religioso, entonces no era malo que los recursos públicos fueran entregado a su iglesia. Al contrario, él lo aplaudió con pasión.

En otro lugar del mismo Santo Domingo Este, cierto líder religioso consiguió que su enorme recinto fuera pintado por dentro con fondos de la ciudad y, por si fuera poco, quería que le instalaran un aire acondicionado central.

Más recientemente, el Ayuntamiento se gastó casi un millón de pesos para regalarle 200 biblias a un grupo de pastores.

La lista de «donaciones» de los fondos públicos a iglesias es amplia.

Cuando reciben esas donaciones, esos religiosos la mayoría de las veces guardan silencio y hasta bendicen a los dadores de lo que pertenece a la ciudad.

Pero, cuando el grifo se les cierra y no hay más donaciones, entonces esos mismos líderes religiosos le dan la espalda a sus benefactores y suben al púlpito y llaman abiertamente a votar en su contra. Algunos actúan, francamente,  como vulgares chantajistas.

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Ahora tenemos que cada político que aspira a un puesto de elección popular tiene su religioso favorito y hasta inician cada actividad con un rezo u oración, con la que piden «la bendición de Dios» para todos los presentes, claro está, a cambio de futuras donaciones generosas de dinero o recursos propiedad de todos para beneficio de unos pocos.

Si un multimillonario quiere donar toda su fortuna a su iglesia, eso es asunto suyo y debe ser respetado por todos.

Es más, pueden hacer las donaciones en especies, transferencias bancarias, en efectivo o con tarjetas de débido o de crédito. Su dinero es suyo y con él hace lo que quiere, hasta comprarse unas bendiciones que le ayuden a limpiar el camino del paraíso.

Por igual, si una persona pobre se quita el pan de la boca y de la boca de sus hijos para donarlos a su iglesia, también es asunto suyo y nadie debe prohibirselo ni cuestionarlo.

Lo que no me parece elegante ni correcto es que los políticos, una vez llegan a la Administración pública, (en nuestro caso, el ASDE), usen una parte del presupuesto municipal, que es de todos, para «donarlo» a organizaciones privadas.

Quizás ciertos religiosos que hacen reclamaciones altisonantes, (con toda razón), deberían mirar la viga en su propio ojo.

Si lo hacen, verán que ellos, probablemente, tan corruptos como aquellos a quienes critican «en el nombre de Dios».

Yo, por mi parte, respaldo aquello de que «a Dios lo que es de Dios y al césar o que es del césar».

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