Opiniones

Presidente obsesionado con parches a la Constitución

Por Juan López
Definitivamente, el presidente Abinader está obsesionado con llevar a cabo sus reformas. Tan es así que, en una de sus frecuentes exposiciones en programas de TV, manifestó que: “al dejar el palacio presidencial quiere ser recordado como el presidente reformador”.

En atención a esas aspiraciones, el 18 de agosto del 2021, convocó al Consejo Económico y Social (CES) para conocer 12 diferentes proyectos de reformas; a los que se agregaron otros 4 proyectos. Es decir, a partir de esa convocatoria, el CES debía conocer 16 diferentes proyectos de reformas, con las que se pretendía modernizar la institucionalidad y transparencia del Estado, fundamentado en las metas políticas del presidente Abinader.

Durante ese primer período gubernamental no se logró aprobar ninguno de esos 16 proyectos; aun cuando fueron catalogados como prioridades urgentes por el presidente Abinader.

¿Por qué fracasó ese propósito presidencial? Porque dichos proyectos no eran pertinentes ni prioritarios para la sociedad, porque no se gestionó un sincero consenso con la franja de la sociedad política de oposición y se subestimaron las influencias de importantes grupos de poderes fácticos, en particular de ciertas organizaciones de la sociedad civil.

Ahora, para el inicio de su segundo gobierno, el próximo 16 de agosto, el urgente capricho del presidente Abinader lo está concentrando en reformar cuatro aspectos de la Constitución de la República: A) Colocar un “candado” a la reelección presidencial por dos períodos. B) Reducir la cantidad de diputados. De 190 a 153. Es decir, 37 diputados menos. C) “Blindar” la independencia del Ministerio Público. D) Unificar las elecciones municipales con las congresuales y presidenciales, a partir del 2032.

Para la oposición política, principalmente los partidos PLD y FP e importantes organizaciones de la sociedad civil, valoran como innecesarias, superfluas e intrascendentes dichas reformas o parches a la Constitución.

No obstante, para el encaprichado presidente Abinader y sus más cercanos colaboradores esas reformas son su impronta, “su legado de presidente reformador”. Mientras que, para una importante franja social y política del país, dichas reformas no serán más que parches de la Constitución y hasta una distracción ante los apremiantes problemas económicos y sociales que son las demandas fundamentales del pueblo dominicano.

Se admite que el PRM y aliados obtuvieron, en las pasadas elecciones, mayoría suficiente para satisfacer el capricho presidencial: 180 legisladores (151 diputados y 29 senadores), para la próxima Asamblea Revisora de la Constitución, a quienes el presidente Abinader les advirtió, públicamente, que “no pueden modificar las propuestas que presentará porque es la decisión del partido, so pena de…» ¡Qué barbaridad!

Simultáneamente con esa inequívoca obsesión, el presidente tiene en agenda la implementación de una inminente reforma fiscal, cuyos efectos económicos negativos recaen sobre los hombros de las precariedades de los pobres y clases medias. También continuará gestionando préstamos para aumentar la enorme deuda externa de la R. Dominicana y seguir incrementando los multimillonarios gastos en publicidad destinada a neutralizar la función crítica de algunos medios de comunicación y en las redes sociales.

Con esos obsesionados parches a la Constitución, el presidente Abinader empezará su segundo gobierno; mientras descuida los aumentos de la inseguridad ciudadana, del deterioro de importantes servicios públicos, la calidad de la educación y de la salud, así como del agudo déficit de energía eléctrica y el creciente mercado laboral informal que tanto afectan la calidad de vida y justicia social a que aspira y merece el pueblo dominicano.

Esta encaprichada agenda presidencial tiene todas las posibilidades de ser materializada porque los partidos de oposición (PLD y FP) están sumergidos en sus problemas internos. Ambos partidos están muy concentrados en el desarrollo y objetivos de sus respectivos congresos, evidenciando que todavía no están en capacidad de “mascar chicle y caminar al mismo tiempo”.

Por lo tanto, el pueblo indefenso observa con suma atención y preocupación el accionar prepotente y obsesión del gobierno del PRM-Abinader con sus innecesarios parches a la Constitución y la indefensión política por parte de la oposición del PLD y FP y de ciertas organizaciones de la sociedad civil antes beligerantes y activamente vigilantes en defensa de los mejores intereses del pueblo.

Así vislumbramos la fastuosa y pomposa juramentación, en el Teatro Nacional, del segundo gobierno del obsesionado presidente Abinader. ¡Qué Dios nos agarre confesados!

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