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¿Quién hará de Juan Guaidó o Jeanine Áñez en RD en el 2020?

Por Robert Vargas / Perespectiva
Los indicios apuntan a que es altamente posible que el próximo año, en República Dominicana, se presenten condiciones altamente conflictivas y que, eventualmente, alguien pretenda seguir el ejemplo de Juan Guidó, en Venezuela, y de Jeanine Áñez en Bolivia, quienes se auto proclamaron presidentes en sus respectivos países, sin haber sido electos por el pueblo.

Todos asistimos en directo, en Dominicana, a la construcción de una narrativa que parece ir rumbo a un escenario de caos y violencia en el que «las cosas» pudieran «salirse de control», pero que no serían más que la ejecución de una agenda que ya está en marcha, sea o no de la simpatía del segmento progresista de la sociedad, que está en minoría y en desventaja.

Hasta ahora, ninguna de las facciones políticas mayoritarias han mostrado diferencias conceptuales profundas y, al contrario, se mueven desde la derecha, hacia la ultra derecha, con ex paleros y tramposos de toda la vida erigidos en líderes de coaliciones partidarias, a las que asisten gustosos izquierdistas arrepentidos que se rinden a los pies de quienes una vez fueron sus verdugos.

La confusión, a medida que avance el tiempo, tendrá una tendencia a generalizarse, pero en esto no parece que exista nada de casual, sino cuidadosamente organizada y dirigida hacia objetivos claros y precisos: aniquilar las instituciones, abrir paso a la ira, y a la eventual auto proclamación de un «líder» en medio del desorden con el muy posible respaldo de la golpista Organización de Estados Americanos. (Quizas por eso solicitan que la OEA esté junto a los organizadores de las elecciones del 2020).

No es que el gobierno actual dominicano forme parte del denominado «progresismo» que se ha extendido por muchos países de América Latina.

Al contrario, se trata de una administración conservadora que ha dicho «¡Yes Sr.!» a  «casi todos» los mandatos llegados del Norte, incluso, en ocasiones cerrando filas a favor del intervencionismo del gran capital; mirando para otro lado; o guardando silencio cuando debió gritar en defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y del respeto a la institucionalidad. 

Tampoco es que sean progresistas los adversarios al gobierno. Nada que ver.

Estos son tan o más conservadores que quienes administran el Palacio Nacional, y hasta buscan de la asesoría de uno que ha sido permanente asesor del presidente más mentiroso que ha tenido Estados Unido y, no solo eso, sino que a la distancia se han unido en propósitos al golpismo tipo Guaidó-Jeanine-OEA.

Por tanto, se trataría de un pleito feroz entre facciones del capital local dominante, solo que uno de ellos está en el poder y el otro aspira a derribarlo no para ejecutar una agenda progresista, sino para disfrutar con mayor amplitud del pastel.

Solo tomemos en cuenta que entre los adversarios están los mismos que gobernaron República Dominicana durante los últimos 24 años; unidos a turberos trujillistas; poseedores de industrias en áreas protegidas; importadores monopólicos de frutas, e izquierdistas arrepentidos que pretenden colocar el rostro amable para beneficiar a sus amos y confundir a la población trabajadora.

El factor República Popular China

Aunque, a la vista del caminante de la calle parezca insignificante, el factor República Popular China es un ingrediente que no puede ser desdeñado en esta madeja de confrontación.

No hay que olvidar que la República Popular China es el principal rival comercial de los Estados Unidos, país que persiste en su creencia de que el continente americano «es para los norteamericanos».

Por tanto, cualquier incursión, financiera, industrial, cultural, militar o industrial del coloso oriental en su área de dominación constituye un «peligro para su seguridad nacional» de USA.

Así las cosas, la Administración de Danilo Medina cometió el «atrevimiento» de romper relaciones de todo tipo con la provincia rebelde de Taiwan, para establecer relaciones comerciales y diplomáticas con China, creciente en poder e influencia en el mundo.

Ese podría ser un «pecado capital» cometido por Medina que difícilmente se lo perdonaría la Casa Blanca.

Por tanto, no es de extrañar que se aprovechen las condiciones actuales en la isla caribeña para promover un eventual «golpe blando» que desaloje a los actuales gobernantes para sustituirlos por otros más advenidizos aún.

Se aprovechan situaciones reales para magnificarlas y potenciarlas justificando un posible golpe alegando que estamos «hartos de esta dictadura» para sustituirla por otra de su agrado.

Con razón o sin razón, ya está en marcha la campaña mediática que pretende poner de rodillas a las instituciones de la actual «dictadura», mientras se esboza el camino hacia otra dictadura disfrazada de  la que la población trabajadora nada bueno tiene que esperar, pero será quien aportará los cadáveres cuando las bestias salgan de las cavernas sedientas y ambrientas, tal como acontece ahora en Bolivia, Chile y Ecuador.

Los propiciadores de dictaduras reales saben muy bien de lo que hablamos y ahora están más felices que nunca porque sus manos han sido levantadas por discípulos mal agradecidos de quienes antes fueron las víctimas fatales de esos individuos que siempre han actuado al amparo de la sombra para promover el crimen, con gazetazos incluidos.

Lo que no está claro aún es quién, llegado el momento, se atreverá a ir a una plaza a auto juramentarse, ni cuales serán las posibles consecuencias de su osadía.

Es evidente que quienes están llamando al diablo, posiblemente no saben lo que harán si este decide salir del infierno para visitarnos, aunque, muchos de  quienes lo invocan tienen listas sus visas para colocarse a mucha distancia de las llamas para que estas no los quemen.

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