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RD, Haití y el COVID-19

Por Juan López 
La historia registra diferentes fricciones inamistosas, delicadas crisis y  confrontaciones bélicas entre la R. Dominicana (RD) y la vecina república de Haití (compartiendo la misma isla) en el marco de sus relaciones diplomáticas y comerciales.  

 Ahora, a propósito de la pandemia del coronavirus (COVID-19) que tiene postrado y semiparalizado al mundo, el Ministro de Salud Pública, en sus acostumbradas ruedas de prensa, se refirió, el pasado 6 de mayo, a la situación de la pandemia en Haití, con estas palabras:

“Nosotros apelamos nueva vez a la comunidad internacional a prestar asistencia a Haití con fines de evitar una catástrofe mayor en esa población… debido a las condiciones sociales y sanitarias de Haití, el país más pobre de América, es probable que los casos sean “mucho más” de los que se han confirmado hasta el momento.”

Esa declaración produjo malestar en Haití, lo cual se manifestó en estas tres formas: 1. El Ministro de Asuntos  Exteriores la calificó “de incomprensión las recientes declaraciones del Ministro de Salud dominicano porque el gobierno (haitiano) realiza una gestión “muy transparente” en cuanto a la crisis del COVID-19”.  2. Varias personalidades haitianas dijeron esperar una respuesta “vigorosa” por parte del gobierno haitiano.  3.- Por decisión de las autoridades haitianas se suspendieron dos reuniones que se habían pautados con  el Ministerio de Salud Pública dominicano concerniente al manejo de la pandemia de COVID-19. 

La presencia de la pandemia en Haití ha sido lenta. Al 8 de mayo, oficialmente se reportó 12 personas fallecidas y 146 casos confirmados de afectados con el COVID-19. 

El ministerio de Salud Pública de Haití advirtió, recientemente, que “la enfermedad puede afectar al 86 por ciento de los más de 11 millones de ciudadanos y cobrar la vida de unos 20 mil, si no se adoptan las disposiciones sanitarias correspondientes.”

 La directora general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió, el pasado 7 de mayo, “…que existe un verdadero peligro de que se produzca un brote a gran escala de COVID-I9 en Haití, al que seguiría una crisis humanitaria… y, al mismo tiempo, señaló que se está doblando el número de casos del coronavirus en cuestión de días en muchas zonas de la región.” 

 También afirmó “que no hay la suficiente conciencia en las comunidades sobre la amenaza que representa la COVID-I9 y que es extremadamente difícil establecer el distanciamiento social adecuado en el vecino país… La mayoría de los haitianos no tienen acceso a agua potable y saneamiento, y muchos viven en hogares atestados donde la cuarentena y el aislamiento son un reto”

“A estos factores hay que añadirle la delicada situación política en el país, los disturbios civiles o las limitaciones de un sistema sanitario que ofrece pocas camas para el tratamiento de los pacientes con coronavirus, tiene un número insuficiente de profesionales sanitarios y un número inadecuado de equipos de protección.”

En otra información leemos lo siguiente: “Un informe publicado este lunes por el Fondo Monetario Internacional (FMI) afirma que la crisis política, económica y social que atraviesa Haití no tiene precedente.  El informe señala que los «bloqueos» repetidos en el país en noviembre de 2018 y febrero, junio y desde septiembre de 2019 han repercutido negativamente en el PIB, que perderá este año un 1,2 %, mientras que la inflación ha rebasado el 20 % al final de septiembre.”

Si bien es cierto que el Ministro de Salud Pública de RD, preocupado y lleno de buenas intenciones, no utilizó el protocolo y canales diplomáticos apropiados para esa declaración, éstas se insertaban en la acostumbrada solidaridad humana para con nuestros vecinos haitianos y, lo más importante, de seguir tomando medidas preventivas contra el COVID-19 para la protección de la salud y la vida de los pobladores de la “Isla la Española” compartida por dominicanos y haitianos. 

Es preocupante la crispada reacción de las autoridades haitianas.  Por lo cual  esperamos que, a la mayor brevedad posible, se retomen la comunicación  y el diálogo entre las autoridades sanitarias de ambos países, con la mediación de las autoridades de la OPS, lo cual repercutirá en beneficios para los pobladores de las dos naciones que, al margen de las esporádicas quisquillas,  están predestinados a cohabitar, pacíficamente, en la misma isla. 

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