
RD: La tipología del candidato presidencial del 2028
Por Milton Olivo
Si partimos del postulado bíblico, de que; «de la abundancia del corazón habla la boca», podemos, al observar los actuales precandidatos, podemos afirmar que la situación presidencial del 2028 no parece diferir mucho de la del pasado.
En su mayoría, los candidatos presidenciales permanecen en un estado de mutismo discursivo, lo que genera una sensación de desconcierto e inseguridad en la ciudadanía: pues no se sabe con certeza cuál es su verdadero objetivo al aspirar a la presidencia.
En este escenario, encontramos una variada tipología de candidatos. Algunos representan intereses específicos de grupos económicos particulares, otros intereses de grupos políticos-económicos, otros parecen guiados por una ambición personal desmedida, o por garantizar posiciones a futuro, y otros más mantienen la ilusión de pasar a la historia como presidentes, o ser de nuevo presidente, sin importarles demasiado el impacto real que puedan generar en el bienestar colectivo.
Sin embargo, en medio de este panorama, pocos logran trascender esta visión superficial y demostrar con sus hechos, que a través de su vida, esta ha sido ejemplo de vocación de servicio, de sensibilidad social, de que se han enfocado en ser solución de lo que verdaderamente la gente necesita: propuestas coherentes y prácticas que apunten al incremento de la felicidad, seguridad y bienestar de la sociedad.
Es ahí donde destaca la figura de Dio Astacio, un candidato que ha logrado captar la atención por su capacidad para mirar más allá del momento, de los intereses particulares o la gloria personal.
Dio Astacio, a diferencia de muchos de sus competidores, se ha centrado toda su vida en servir a las personas desde su pastorada Cristiano, de ser ente de solución en las necesidades reales de la población, reflejo de demostrar en la práctica, un discurso político que pone en primer plano el bienestar colectivo.
Su enfoque no se limita a promesas vagas, sino que se fundamenta en propuestas concretas y alcanzables, que buscan no solo mejorar las condiciones de vida de las personas, sino también fomentar una cultura de paz, seguridad y desarrollo equitativo.
Dio Astacio es un ejemplo de lo que debería ser un candidato presidencial: alguien que no busca el poder por el poder mismo, sino en ser un individuo comprometido a trabajar por el bienestar común, para gloria y honra del creador al que sirve.
En un contexto político donde la competencia suele ser feroz y la falta de autenticidad es una constante, su honradez, su extraordinaria capacidad de trabajo, su enfoque renovador resalta como una luz en medio de la oscuridad.
La ciudadanía dominicana, para el 2028 anhela, y está en busca de un líder que básicamente, no solo sepa qué hacer, sino que también lo haga con integridad y enfoque humanista. Alguien con temor de Dios, con sensibilidad humana, y que su vida sea servir al padre.
El reto para los votantes será identificar, entre la multitud de candidatos, a aquellos que respondan a esta tipología, aquel que realmente busque la transformación social en lugar de la perpetuación de sus propios intereses.
Solo de esta manera podremos esperar un futuro donde las promesas se conviertan en realidades y el bienestar de la gente sea la verdadera prioridad. El candidato presidencial ideal del 2028, como lo demuestra Dio Astacio, no es aquel que busca ser recordado por su cargo, sino por el legado de mejoras tangibles que haya podido hacer realidad en la vida de su pueblo.