Por Robert Vargas Los asesinatos a balazos de al menos dos personas esta semana a manos de perremeístas, confirman que la violencia y la criminalidad alcanzan un nuevo nivel en República Dominicana.
También ponen en dudas la versión que ha circulado y, según la cual, la ola de asesinatos y otros hechos violentos serían auspiciados por sectores de oposición que, en otras gestiones, habrían hecho de la vista gorda ante la expansión del narcotráfico.
Ocurre que los perremeístas implicados en estos hechos sangrientos y mortales, asesinaron a personas que, según se afirma, serían amigos de sus víctimas.
El primer crimen fue perpetrado por un hombre identificado como Miguel Cruz, quien, según las autoridades ingresó a la oficina del Ministro de Medioambiente, Orlando Jorge Mera, y lo acribilló.
Según han admitido autoridades del Partido Revolucionario Moderno, citados por medios digitales, Cruz «era miembro del PRM», que antes lo fue del Partido Revolucionario Dominicano y, tras la división de esta organización pasó a militar en la tolda azul y blanca, junto a su amigo Jorge Mera, a quien asesinó.
Según la Fiscalía, Cruz habría reclamado, antes de matar a su «amigo de infancia» que él hizo campaña (electoral) y no le resolvieron.
Así, tenemos que en ese primer incidente están involucrados dos perremeístas.
Poco después del asesinato de Jorge Mera, el país se sumió más en el espanto al enterarse por los medios de comunicación que otro perremeísta, Carlos Juan Rodríguez García, director provincial del Ministerio de Industria, Comercio y Mipymes en Santiago Rodríguez, en el noroeste del país, mató a dos personas más, de quienes se dice que eran «amigos» del victimario.
Al ahora ex funcionario se le atribuye también herir de balas a dos personas más, entre estas a un concejal del partido Fuerza del Pueblo.
Cambio de narrativa
Tras conocerse que los dos asesinos (u homicidas) son del PRM, desde la parte oficial comenzaron a ejecutar un plan de daños.
De repente, dejaron de afirmar que los crímenes obedecían a presuntos planes «de sectores del pasado» con presuntos vínculos con el narcotráfico.
En cambio, ahora dice que la violencia y la criminalidad son «males mundiales».
Y esta última narrativa es la que se está promoviendo profusamente.
Lo hacen sin reconocer previamente que, quizás, pudieron estar equivocados cuando comenzaron a decir que los asesinatos y asaltos pudieran ser acciones planificadas para dañar al gobierno.
La participación de perremeístas en estos hechos quizás han sido la causa de ese brusco cambio en la narrativa oficial, que ahora culpa al Covid-19 de lo que sucede.