Hacia un proyecto de Cultura Ciudadana logrado desde las Alcaldías
«La cultura ciudadana es la cultura de trabajo, de acción, de ejercicio y compromiso por parte de la ciudadanía»
Por Raquel Cruz Díaz
Violentar la luz roja de un semáforo, lanzar desperdicios a las calles, mentir al fisco para evitar el pago de impuestos o bien el pago de arbitrios, la apropiación de los espacios públicos por parte de los “Padres de familia”, la solución de conflictos a través de la violencia (justicia por las propias manos), el uso ilegal de armas de fuego, la corrupción administrativa históricamente demostrada y aceptada, entre otros episodios nos demuestran que en la República Dominicana existe una evidente aceptación cultural de violación a la ley.
Hoy más que nunca existe una imperante necesidad de lograr un cambio cultural que nos conduzca a la legalidad.
Hace falta que respetemos la ley por obligación pero también por convicción; que el cumplimiento de la norma sea parte esencial de nuestra conducta habitual, acatamiento legal por educación, más que por represión.
Los programas llevados a cabo en este sentido han sido desarrollados con éxito por los gobiernos locales, a través del perfeccionamiento de la “Cultura Ciudadana”
La cultura ciudadana es la cultura de trabajo, de acción, de ejercicio y compromiso por parte de la ciudadanía.
Es la convicción pedagógica que convierte a los munícipes en hacedores de su ciudad.
En amplio podríamos decir que la cultura ciudadana es el conglomerado de valores, cualidades, condiciones, actuaciones y conductas que formando parte del accionar cotidiano, impulsan la convivencia armoniosa, incrementan el sentido de pertenencia.
La cultura ciudadana fomenta el sometimiento voluntario a las leyes, conducen al respeto y conservación del patrimonio de dominio público perteneciente a todos, a la aceptación de los derechos de los demás implementando normas de convivencia, aceptación de la diversidad y respaldo cultural al cumplimiento de los deberes individuales.
Existen precedentes con excelentes resultados o de cultura ciudadana para las localidades, recordemos que este concepto fue puesto en marcha hace años en la ciudad de Bogotá y desde entonces esta noción, la de cultura ciudadana, ha adquirido una connotación importante en América Latina.
La cultura ciudadana encierra un alto nivel de involucramiento y compromiso por parte de la ciudad, provoca que los munícipes sean entes activos en la búsqueda de soluciones de los conflictos más frecuentes y que dificulten una adecuada convivencia ciudadana.
Convierte a los ciudadanos en guardianes de la protección de los espacios públicos, de controles en la contaminación sónica o en general del medio ambiente, en custodios en la acumulación de desechos sólidos, los hace tener más conciencia en el transporte vial y en el respeto a las señales de tránsito, entre otras actitudes ciudadanas que permiten que la ciudad pueda exhibir un mayor equilibrio entre el control y la prevención.
Justamente de eso se trata, el control carece de eficacia si concomitantemente no se diseñan estrategias para educar a la población en cuanto al cumplimiento de las leyes; para trabajar con prevención del crimen, disminuir factores exógenos que fomentan actuaciones violentas o realizar proyectos de prevención temprana de conductas antisociales que mañana serán delictuales.
El divorcio existente entre la Ley, la moral y la cultura, ciertamente es un planteamiento que no escapa a nuestra realidad, pues el control establecido a través de la norma, la regulación cultural, y la disposición individual bailan ritmos diferentes.
¿Pero qué hacer para que la Ley sea culturalmente respetada e individualmente de forma voluntaria acatada?
La respuesta es simple, hay que educar e impregnar en los ciudadanos un comportamiento habitual de legalidad.
Hay que formar ciudad, pero las ciudades no las forman únicamente las Alcaldías, también las forman los munícipes y en la medida que las localidades se integran, trabajan y progresan, avanza la nación, “Si podemos hacer ciudad, podemos hacer país” .
Los Gobiernos locales deben impulsar que la “Educación Ciudadana” forme parte de los programas educativos primarios y secundarios de niños y adolescentes en las escuelas y los colegios privados, así puede lograrse que los preceptos legales sean moralmente respaldados por cada individuo y la violación de la Ley colectivamente desaprobada.
La educación de los niños en las escuelas fue uno de los aspectos nodales de la “Cultura de Legalidad” impulsada por el Ex alcalde de la ciudad de Palermo, Leoluca Orlando, “Queríamos educar a los niños en habilidades intelectuales y académicas básicas. También queríamos educarlos para proteger su patrimonio y de este modo evitar que fueran nuevamente robados por la Cosa Nostra.”
La aceptación social de la ilegalidad es alarmante, por eso debemos trabajar para que la comunidad sea culturalmente crítica de las violaciones a nuestra legislación.
La cultura ciudadana fomenta el cumplimiento de la norma de forma espontánea; en ciertas ciudades nadie concibe, parquear un vehículo sobre la acera, no esperar su turno al semáforo, bajar el cristal del auto y lanzar desperdicios a las calles, exhibir el porte de armas de fuego, cerrar con una lona y en la clandestinidad construir y modificar un edificio, violentar la intimidad familiar con una música “A to’ lo que da”, no pagar arbitrios, no ser buen ciudadano…..
Aunque estas prácticas son legalmente prohibidas, en la mayoría de los ciudadanos no son cívica y moralmente autoreprochables, por eso son de tan difícil cumplimiento.
Vamos a construir una ciudad donde la ley y la educación para su cumplimiento estén más abrazadas y donde los mandatos legales sean socialmente respaldados y protegidos.
Tal y como pronunciara el Ex-alcalde de Santa Fe de Bogota, Antanas Mockus: “Queremos una ciudad donde no todo se vale, una ciudad donde la gente no se mata y donde la gente no toma ciertos atajos; una ciudad donde la ley y la cultura estén más cerca, donde las obligaciones legales sean culturalmente respaldadas: pagar impuestos, respetar el ordenamiento territorial, respetar, obviamente, los derechos fundamentales de los demás”