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Muerto Juancito, regresó el desorden a la Av. Venezuela

Cuando el alcalde Juan de los Santos, (Juancito), fue asesinado el pasado diciembre, él estaba empeñado en hacer de la avenida Venezuela una vía acogedora, limpia y organizada, con sus aceras libres para el uso de los peatones.

Lo que allí auspiciaba era un proyecto piloto, antes de extenderlo a otras importantes calles y avenidas de Santo Domingo Este.

Lo primero que hizo fue obligar a que todas las discotecas evitaran que el sonido que en ellas se genera se proyectara al exterior para acabar con la contaminación sónica en esa vía.

Luego, se dispuso a recuperar las aceras que eran usadas por los clientes de los múltiples establecimientos para estacionar sus vehículos.

A ello le agregó el componente limpieza y se empeñó en que fueran sembrados árboles que aportaran belleza y sombra sin romper las aceras.

El sucio y la maleza abundan en la avenida Venezuela
El sucio y la maleza abundan en la avenida Venezuela

Mientras él vivía, los comerciantes y sus clientes se vieron obligados a dejar libres las aceras para que los peatones pudieran caminar por ellas.

Las discotecas cumplían las regulaciones sobre la contaminación sónica y el servicio de ornato del Ayuntamiento evitaba que creciera la maleza en la vía.

Sin embargo, muerto Juancito, todo eso se fue al carajo. Regresó el desorden.

Varias discotecas han vuelto a escandalizar y las aceras son invadidas impunemente por los clientes y propietarios de los establecimientos comerciales con lo que empujan a los transeuntes a caminar en la calle exponiéndose a ser atropellados.

Esto sin contar con que la hierba crece en el tronco de cada árbol sembrado por orden de Juancito.

Esa bella avenida tiende a ser arrabalizada sin que a  los funcionarios del Ayuntamiento responsables de hacer cumplir las normas municipales sobre la materia de la sensación de que eso les importe mucho.

Eso ocurre en la avenida Venezuela y se extiende por todo el municipio, donde cualquiera hace en las aceras lo que les da la gana.

Las invaden ante la indiferencia de las autoridades municipales y el sucio crece por todas partes.

Es más, cuando algún ciudadano va a la Dirección de Espacio Público a reclamar respeto a las aceras para poder caminar por ellas, los funcionarios se burlan y no prestan atención.

Es más, ellos dicen que no está su poder hacer respetar los espacios públicos.

En este tramo de la transición los funcionarios responsables de velar por los espacios públicos y Ornato del ASDE han demostrado que son unos perfectos incapaces.

Si yo fuera el próximo alcalde los pondría en la lista para despedirlos el primer día y sustituirlos por otros que sí quieran trabajar.

Claro, para recuperar lo que se ha perdido en la avenida Venezuela sería necesario tener el temple, la voluntad y la decisión que exhibía Juancito.

También es necesario acabar con la arrabalización en torno al mercado de El Almirante

Si lo recuperaran, entonces sería bueno que luego avanzaran hacia otros lugares donde lo conquistado por Juancito ha sido tirado a la basura, como es el caso del mercado de El Almirante.

Lo que ha sucedido allí da ganas de llorar.

El gobierno hizo una inversión multimillonaria en la construcción de un moderno edificio para alojar el mercado.

Sin embargo, el local está vacío y el mercado sucio y mugriento crece alrededor, sin ningún tipo de regulación sanitaria.

Se trata de un panorama sucio, asqueroso y peligroso, puesto que de noche se convierte en una zona propiedad de los delincuentes.

Si Juancito estuviera vivo estoy totalmente seguro de que no le temblaría el pulso para eliminar el mercado paralelo que ha sido establecido en el entorno del edificio construido por Danilo Medina.

Hay que tomar en cuenta, sin embargo, las denuncias, ciertas o falsas, de que funcionarios del ASDE se habrían beneficiado vendiendo locales del moderno mercado.

Ahora bien, independientemente de todo eso, la alcaldía no puede permitir que la arrabalización  siga tomando cuerpo en el Mercado de El Almirante, como también tiene que ponerle punto final a esa asquerosidad que aún se mantiene en la denominada «Bomba de Los Mina», donde «padres de familia» se han apoderado de las aceras y la calle y si algún peatón o automovilista le pisa algunos de sus productos debe estar preparado para pagárselos o pelear.

Si Juancito estuviera vivo, estoy seguro de que afrontaría esos pequeños desafíos.

Pero, eso era Juancito, quien tenía muchas cosas malas, pero otras buenas y de las que solo nos damos cuenta ahora que está enterrado.

Por lo tanto, muerto Juancito, no es seguro que se mantenga lo conquistado.

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