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«Pa´que sufran», ahora a los perremeístas de Boca Chica los dirigirán los expeledeístas; Claudio Caamaño está molesto

Por Robert Vargas
Si alguien en el Partido Revolucionario Moderno creyó que «controlarían» el hasta ahora espíritu indomable de Claudio Caamaño al darle un empleo en el Gobierno, se equivocó «medio a medio». Y para muestra, aquí está el botón.

De hecho, las apariencias sugieren que a los ex peledeístas que ahora «se la buscan» en el PRM los tratan mejor que a los que trabajaron por el triunfo de Abinader

Ayer, el presidente del PRM, José Ignacio Paliza, y el senador de la denominada sociedad civil, Antonio Taveras, recibieron con los brazos abiertos en esa organización a dos figuras políticas de Boca Chica que ganaron principalía y poder cobijados bajo la bandera morada y la estrella amarilla del Partido de la Liberación Dominicana.

Se trata de la diputada María Suárez y su hijo Guillermo Castro Suárez. Los dos enfrentaron en la pasada campaña electoral a los candidatos locales del PRM en Boca Chica y a Luis Abinader a nivel nacional.

Fue en los gobiernos del PLD que los Suárez ganaron y demostraron poder.

Sin embargo, ayer el PRM los recibió y, según fuentes enteradas del asunto, ya a los recién llegados le habrían entregados más de 100 empleos.

Y, no solo eso, sino que a los Suárez se planearía entregarles un consulado en Haití o en Venezuela.

Esto ha irritado a Claudio Caamaño a tal punto que él no soportó ese «bochorno» y en su cuenta de Twitter dijo que:

-«Las palomas vuelan donde hay pan. Como miembro del PRM debo mostrar mi preocupación al ver que privilegiamos a los que fueron nuestros contrarios en lugar de velar por nuestros leales».

Y concluye con lo siguiente:

-«Esta “nueva adquisición” representa lo rancio de la política tradicional. Hay sumas que restan».

La cuestión es que la dirección del PRM muestra una tendencia que irrita a la militancia de la organización: favorecen más a los que fueron sus adversarios que a aquellos que trabajaron por el triunfo de la tolda azul y blanca.

El malestar entre los perremeístas, no solo de Boca Chica, sino de más allá, es creciente porque se sienten humillados por sus propios dirigentes nacionales.

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