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La Ausencia de Oposición en Santo Domingo Este; Un Vacío que Permite el Descontrol.

Por Jacobo Colón

Por Jacobo Colón

La oposición está de viaje.

La falta de una oposición real y vigilante se ha convertido en el mayor aliado de la gestión actual del alcalde Dio Astacio.

Sin contrapesos en la sala capitular, el Ayuntamiento opera como un feudo personal donde las decisiones se toman sin escrutinio, y los recursos públicos se manejan por caprichos del alcalde.

Imagínense un escenario diferente, uno donde regidores del PLD, la Fuerza del Pueblo u otros partidos independientes estuvieran presentes; el panorama sería radicalmente opuesto.

Vamos a analizar cómo la ausencia de oposición ha permitido abusos y negligencias que afectan directamente a la población, y por qué urge un cambio.

Si existiera una oposición genuina en el Ayuntamiento, lo primero que exigiría sería un estudio de impacto ambiental exhaustivo para evaluar el daño que los contenedores de basura están causando a la salud y el bienestar de los residentes.

Estos contenedores, instalados sin planificación, se han convertido en focos de contaminación, atrayendo plagas y generando olores nauseabundos que afectan barrios enteros.

Pero la oposición está de viaje.

Sin voces disidentes, el alcalde puede ignorar estas quejas y proceder sin consecuencias, priorizando la apariencia sobre la realidad ambiental.

¿Cuántas enfermedades respiratorias o infecciones se habrían evitado si se hubiera demandado este análisis antes de su implementación masiva?

Otro punto crítico es la administración de fondos públicos.

El alcalde ha manejado más de 4,000 millones de pesos sin una sola obra visible que justifique tal gasto.

En un Ayuntamiento con oposición que no esté de viaje se le pediría al alcalde cuentas detalladas; ¿dónde fue a parar ese dinero? ¿Por qué no hay mejoras en infraestructuras básicas como calles, parques o servicios de saneamiento?

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La transparencia es un derecho ciudadano.

Sin embargo, en la actual configuración, donde el oficialismo domina sin rivales, estas preguntas quedan en el aire, permitiendo un manejo discrecional que huele a ineficiencia o, peor aún, a malversación.

Nadie pregunta, nadie interpela ni cuestiona, ¡La oposición está de viaje!

Y qué decir de los «policías acostados» o reductores de velocidad, estos dispositivos que, en teoría, promueven la seguridad vial, pero que en la práctica han causado accidentes fatales.

Si la oposición no estuviera «de viaje” ya sea en Colombia, España u otros países europeos, disfrutando de periplos que parecen más turísticos que formativos, estarían atentos a las denuncias de muertes y lesiones provocadas por estos elementos mal colocados o defectuosos.

En lugar de eso, el silencio reina, y las familias afectadas quedan sin respuestas ni justicia.

Esta negligencia no es accidental; es el resultado de una oposición ausente, que prioriza agendas personales sobre el deber público.

En el hipotético, inverosímil, inaudito y, lamentablemente, remoto caso de que el PLD y la Fuerza del Pueblo tuvieran representantes en la sala capitular, le exigirán al alcalde una explicación clara sobre el destino de los fondos de publicidad.

Es escandaloso que el 98% de estos millones terminen en manos de comunicadores del Distrito Nacional, en lugar de invertir en medios locales que promuevan el desarrollo de Santo Domingo Este.

Esta práctica no solo desvirtúa el propósito de la publicidad municipal, sino que evidencia un favoritismo que beneficia a élites externas a costa del erario local.

Sin oposición, este flujo de dinero continúa sin cuestionamientos, perpetuando un ciclo de desigualdad.

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La ausencia de contrapesos también se manifiesta en políticas arbitrarias que afectan la vida cotidiana.

Por no haber oposición, la Alcaldía se atreve a cobrar impuestos a los motoristas, los agentes municipales imponen multas caprichosas, y los inspectores de Espacios Públicos violan propiedades privadas sin orden judicial.

Estas acciones, que rayan en lo autoritario, no serían toleradas en un entorno con vigilancia activa.

Recordemos que, cuando existía oposición en el ASDE, no se aprobaban transferencias presupuestarias a diestra y siniestra sin rendir cuentas detalladas ni explicar las razones con claridad.

Aquellos tiempos de escrutinio evitaban el despilfarro y promueven la responsabilidad.

Imaginemos por un momento si figuras como Triffolio, Danilo Mesa, Rodríguez Solís, Danneris Santana, Winston Báez, Soto Lara, Arturo Quiñones, Simeón Pérez, Julio Decamps, Domingo Jiménez y otros más que sabían hacer oposición en la sala capitular.

Su presencia transformaría la gestión de Dio Astacio; habría debates acalorados, auditorías independientes y decisiones basadas en el interés colectivo, no en caprichos personales.

En cambio, hoy no existe contrapeso. Los concejales llegan de España, participan en una sesión y se marchan a Colombia, todo pagado por el Municipio.

Y es que el alcalde hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere, sin temor a repercusiones.

La «oposición de viaje» no es solo una metáfora; es una realidad que deja a Santo Domingo Este vulnerable a la ineficacia y el abuso de poder.

Urge que los partidos opositores despierten de su letargo, regresen a sus responsabilidades y ejerzan el rol que les corresponde.

Solo con una oposición activa y presente podremos restaurar la democracia local, garantizar la transparencia y proteger los derechos de los ciudadanos.

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De lo contrario, seguiremos en un ciclo de promesas vacías y recursos malgastados.

Es hora de que la oposición baje del avión, vuelva a las calles y se haga sentir en las sesiones de la sala capitular.

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