Reacciona conmocionado por «perversión política» en administración PLD
«Y aunque no todo sea atribuible a una sola parcela, nunca me imaginé que semejante perversión política iba a producirse en la administración del Partido de Juan Bosch».
Por Santiago Mata
El panorama que se vive en el ayuntamiento de Santo Domingo Este sirve para medir el proceso de deterioro y descomposición que están desvirtuando la actividad política en la República Dominicana.
Una señal perturbadora se ha ido posando lenta, pero progresivamente sobre el mapa de este municipio desde el día anterior a la instalación de las nuevas autoridades municipales que se juramentaron en medio de un inusual despliegue de seguridad el pasado 16 de agosto.
Debe haber razones poderosas asociadas al ambiente sombrío que se rumorea existe alrededor de la corporación edilicia, razones que los ciudadanos comunes desconocemos.
El día quince de agosto se comenzó a hablar del secuestro de una regidora electa para, supuestamente, evitar que con su voto el oficialismo corriera el riesgo de perder la presidencia del Consejo Directivo de la Sala Capitular.
La mala señal no es ni siquiera “el secuestro” en sí mismo, de cuya veracidad no se sabe nada, sino, precisamente, que no se le prestara ninguna atención, ni de parte de las autoridades del ministerio público, ni desde el propio ayuntamiento, una acción que hubiera servido, al menos, para despejar dudas y evitar así cualquier conjetura posterior.
La sola denuncia imponía la acción inmediata de los cuerpos investigativos del país.
Todo transcurrió como si no hubiera ocurrido nada.
Ya esa era una mala señal.
Pero, veintiún días después un concejal recién juramentado es asesinado en un aparente acto de “sicariato” que ha dejado, por lo menos en las mentes de muchos, una perturbadora duda que señala hacia lo indecible, pero perfectamente pensable.
Eso ha sucedido a menos de un mes de haberse inaugurado la nueva administración.
Se sabe que las razones que han provocado este ambiente de terror no obedecen a diferencias meramente políticas.
Se sabe también que este ayuntamiento ha sido tomado como un gran negocio, casi desde su fundación.
Se sabe, además, que muchos elementos invirtieron en la campaña electoral con el propósito de sacar beneficios.
Se saben muchas otras cosas más.
Y como es natural, con la instalación de esta nueva administración debe esperarse una lucha de intereses endemoniada entre viejos y nuevos beneficiarios.
Hoy se ha sabido que son más de uno los regidores que han expresado su temor de ser asesinados por orden de quienes se disputan los beneficios que a alguien le genera el ayuntamiento de Santo Domingo Este.
El miedo se extiende hasta algunos comunicadores que evitan referirse a los temas que puedan afectar los nuevos intereses del andamiaje edilicio.
Sus razones tendrán.
Mientras tanto, detrás de todo este enrarecido panorama se puede ver claramente cómo el dinero y los negocios han matado la esencia del debate político.
Y aunque no todo sea atribuible a una sola parcela, nunca me imaginé que semejante perversión política iba a producirse en la administración del Partido de Juan Bosch.